habitissimo | página 106
A mesa puesta
Texto: Lola Delgado
Ilustraciones: Naranjalidad
Podríamos empezar este artículo haciendo un
repaso por todas las cenas y comidas en grandes
mesas que en el cine han sido: El festín de Babbete,
La Grande Bouffe, Como agua para chocolate...,
enumerando una sucesión de anécdotas de las
clásicas cenas de Navidad tensas en las que, a
pesar de la impecable colocación de los elementos
sobre el mantel, han acabado en bronca familiar.
Pero no lo vamos a hacer. Vamos a dejar a un
lado los malos rollos gastronómicos y nos vamos
a centrar en poner una buena mesa, en sacarle
ese partido relajante que tiene pasar una tarde o
una mañana colocando cada elemento en el lugar
exacto, combinando colores, texturas, materiales.
Porque poner la mesa tiene su miga. Y conseguir
que el resultado deje a tus invitados atónitos
merece que le dediques tiempo.
Poner la mesa es como una pequeña obra
creativa en la que, eso sí, no todo está permitido.
Todo debe tener su sentido: el estilo, la colocación
de los platos, el color de la cristalería, usar o no
usar mantel, la iluminación…
Primer error: encender la lámpara de techo
y nada más. Si haces esto, todas las sombras se
proyectarán sobre la mesa y es probable que
los comensales no distingan si lo que hay en el
plato es carne o pescado hasta probarlo. Por eso,
si tienes una preciosa lámpara de comedor que
quieres encender a toda costa, coloca siempre
lámparas de pie a los lados para que proyecten
otro tipo de luz sobre la mesa. Lo de las velas
también está genial, pero, no nos engañemos,
iluminar una mesa solo con velas es solo para
cenas románticas. Si quieres encontrar el pan o la
copa de vino, nada como la luz eléctrica.
Una vez te encuentras con el tablero o el cristal de
la mesa frente a frente, debes tener claro por qué
estilo vas a apostar: clásico, rústico, wabi sabi,
minimalista... Incluso hasta puedes mezclarlos
y experimentar. Sí, experimentar. Hacerlo en la
mesa puede ser muy divertido.
Poco que decir con respecto al estilo clásico,
que seguro que conocerás a la perfección: cristal
fino, cubiertos a ser posible de plata o imitación,
vajilla de porcelana. Mantel de hilo preferiblemente
en blanco y unas flores como centro de mesa.
Pero hay estilos más creativos y más divertidos. El
wabi sabi, por ejemplo, que es ese que defiende
la belleza de la imperfección y de lo hecho a
mano. Para eso tienes a tu alcance cualquier tipo
de vajilla con ese aspecto de tener desperfectos
que, en realidad, están perfectamente estudiados
y diseñados. La porcelana y la cerámica de
mesa están viviendo ahora uno de sus mejores
momentos,
con
diseños
maravillosos
y
originalísimos como los de Nuria Blanco, Artefacto
o el ilustrador Xoan Viqueira, que pone a un sinfín
de personajes coloridos sobre el mantel.