Habitissimo Invierno 2019 | Page 108

habitissimo | página 106 A mesa puesta Texto: Lola Delgado Ilustraciones: Naranjalidad Podríamos empezar este artículo haciendo un repaso por todas las cenas y comidas en grandes mesas que en el cine han sido: El festín de Babbete, La Grande Bouffe, Como agua para chocolate..., enumerando una sucesión de anécdotas de las clásicas cenas de Navidad tensas en las que, a pesar de la impecable colocación de los elementos sobre el mantel, han acabado en bronca familiar. Pero no lo vamos a hacer. Vamos a dejar a un lado los malos rollos gastronómicos y nos vamos a centrar en poner una buena mesa, en sacarle ese partido relajante que tiene pasar una tarde o una mañana colocando cada elemento en el lugar exacto, combinando colores, texturas, materiales. Porque poner la mesa tiene su miga. Y conseguir que el resultado deje a tus invitados atónitos merece que le dediques tiempo. Poner la mesa es como una pequeña obra creativa en la que, eso sí, no todo está permitido. Todo debe tener su sentido: el estilo, la colocación de los platos, el color de la cristalería, usar o no usar mantel, la iluminación… Primer error: encender la lámpara de techo y nada más. Si haces esto, todas las sombras se proyectarán sobre la mesa y es probable que los comensales no distingan si lo que hay en el plato es carne o pescado hasta probarlo. Por eso, si tienes una preciosa lámpara de comedor que quieres encender a toda costa, coloca siempre lámparas de pie a los lados para que proyecten otro tipo de luz sobre la mesa. Lo de las velas también está genial, pero, no nos engañemos, iluminar una mesa solo con velas es solo para cenas románticas. Si quieres encontrar el pan o la copa de vino, nada como la luz eléctrica. Una vez te encuentras con el tablero o el cristal de la mesa frente a frente, debes tener claro por qué estilo vas a apostar: clásico, rústico, wabi sabi, minimalista... Incluso hasta puedes mezclarlos y experimentar. Sí, experimentar. Hacerlo en la mesa puede ser muy divertido. Poco que decir con respecto al estilo clásico, que seguro que conocerás a la perfección: cristal fino, cubiertos a ser posible de plata o imitación, vajilla de porcelana. Mantel de hilo preferiblemente en blanco y unas flores como centro de mesa. Pero hay estilos más creativos y más divertidos. El wabi sabi, por ejemplo, que es ese que defiende la belleza de la imperfección y de lo hecho a mano. Para eso tienes a tu alcance cualquier tipo de vajilla con ese aspecto de tener desperfectos que, en realidad, están perfectamente estudiados y diseñados. La porcelana y la cerámica de mesa están viviendo ahora uno de sus mejores momentos, con diseños maravillosos y originalísimos como los de Nuria Blanco, Artefacto o el ilustrador Xoan Viqueira, que pone a un sinfín de personajes coloridos sobre el mantel.