habitissimo | página 104
Sin embargo, lo primero que se aprecia cuando entras en la
casa nueva es, precisamente, el sol. Tras un muro opaco de pie-
dra y un porche de gresite azul piscina con una puerta amarilla,
llegamos al corazón de la casa: una escalera central de madera
que inunda las dos plantas de la vivienda de luz. Según el arqui-
tecto, «a principios de los 90 se hizo una primera reforma para
cambiar el tejado, que estaba muy deteriorado, y subir la altura
de la troje en previsión de poder tener dos viviendas en la finca,
una por planta, en herencia para mi madre y mi tía. Así que la
troje era el único espacio iluminado de la casa».
Por eso, cuando se acometió la reforma definitiva, que al
final sería una casa única para la familia común de dos herma-
nas, el arquitecto decidió subvertir el orden convencional de
las viviendas. La planta baja se destinaría a dormitorios y la
planta alta, a un espacio fluido de convivencia familiar con co-
medor, cocina y zona de televisión. Como se trata de una se-
gunda residencia y el uso es puntual, los dormitorios pueden
ser pequeños y sin demasiada luz, la suficiente para ventilar.
En cambio, la zona superior está salpicada por nueve ventanas
colocadas a distintas alturas y cinco lucernarios practicados
en la cubierta inclinada que, en algunos puntos, alcanza los
4 metros de altura libre. Todo ello alrededor de una escalera
que organiza a su alrededor todo el espacio de ambas plantas.
«Un poco por limitaciones de presupuesto y otro poco por
mantener un respeto a la memoria de mi abuelo, decidimos con-
servar lo máximo posible de la casa original, que fueron los muros
de piedra y la cubierta. Vaciamos todo por dentro y nos quedamos
con la cáscara». Esa cáscara era tan gruesa —65 centímetros su-
mando los muros y la cámara aislante— que las ventanas juegan
entre el exterior y el interior permitiendo alféizares profundos que
sirven como repisa. De hecho, gran parte del mobiliario está he-
cho a medida o en obra, con soluciones ingeniosas como el mue-