Algo parecido a las poses de triunfo ocurre con la sonrisa. Aunque es cierto
que la sonrisa activa en nuestro cerebro el circuito emocional de los sentimientos
positivos, esto sólo ocurre si sonreímos de forma genuina y natural.
Y es difícil hacer eso cuando estás triste, ¿verdad?
Lo único que consigues al forzar una sonrisa cuando estás enfadado o
apenado es negar tu verdadera emoción, lo que creará una contradicción en tu
inconsciente que te confundirá todavía más (Tull & Hahn 2011).
Repetir que mereces lo mejor
Al final, todos tenemos lo que merecemos… ¿o no?
Creer que el mundo es justo y que al final te llegará lo que mereces es una
creencia que puede conducirte a la pasividad, la desidia, e incluso a sentir que no
tienes el control sobre tu propia vida.
La confianza en uno mismo es todo lo contrario. Significa tomar las riendas y
hacerte responsable de tus circunstancias; este es el primer paso para poder
cambiarlas.
Reafirmarte en lo mucho que vales
Hablarte a ti mismo en términos positivos (“soy genial“, “qué inteligente soy”,
“hoy puedo con todo”) quizás pueda parecerte una buena idea porque te invita
a centrarte en lo bueno y no en lo negativo.
Sin embargo, realizar autoafirmaciones positivas de forma habitual no solo no
sirve para nada, sino que puede incluso resultar muy perjudicial para tu confianza .
¿Por qué? Porque tu cerebro no es tonto. Si le intentas hacer creer algo, tu
mente buscará las razones, y si no las encuentra se dará cuenta que la estás
engañando.
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