GUIA DIDACTICA DE LA SHOA 27 de enero de 2014 | Page 54
Los Crematorios II y III eran subterráneos y, además de un
montacargas para subir los cadáveres a los 5 hornos de los que
disponían, en sus instalaciones había salas donde se cortaba el pelo
a las mujeres, se extraían las piezas dentales de los cadáveres y se
organizaban el resto de pertenencias que habían traído consigo. Los
Crematorios IV y V estaban construidos en superficie y disponían
cada uno de dos hornos de incineración. Las cenizas se utilizaban de
abono o eran arrojadas al río.
El 7 de octubre de 1944, los miembros judíos de una incipiente
organización de resistencia, integrada por prisioneros obligados a
trabajar en los crematorios, iniciaron una revuelta en la que
incendiaron el Crematorio IV. Murieron 450 presos y 3 guardias de las
SS.
Cuando el campo fue liberado por los soviéticos, el 27 de enero
de 1945, las instalaciones de exterminio habían sido destruidas. En
los almacenes del campo se encontraron miles de trajes, vestidos,
centenares de pares de zapatos, piezas de ortopedia, toneladas de
cabello de mujer, dinero en efectivo, joyas... todo perfectamente
ordenado para ser enviado y utilizado por sus nuevos dueños: los
ciudadanos del Reich.
Trabajo. Gracias a unas condiciones geológicas óptimas, lejos de
los objetivos militares de los aliados, bien comunicado por vías
férreas y con fácil acceso al agua del río Vístula y a los minerales que
necesitaban para la fabricación de caucho y combustible sintéticos, la
mayor empresa química alemana, I.G. Farben, decidió instalar un
enorme complejo industrial en Monowitz, a 7 kilómetros del campo
principal de Auschwitz. Para su funcionamiento, utilizaría mano de
obra esclava, que pasó a residir en sus instalaciones. De los 35.000
trabajadores empleados, murieron 25.000. La esperanza media de
vida en sus instalaciones era de cuatro meses; de un mes, en las
minas de carbón.
Además de I.G. Farben y de las empresas coordinadas por Pohl
que explotaban mano de obra judía en canteras de granito, graveras,
cementeras o plantas agrícolas y madereras, unos 40.000 presos de
Auschwitz fueron utilizados como esclavos, entre otras, por las
industrias mineras de Göring, Siemens-Schuckert y la fundición Krupp.
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