Es entendible la necesidad de los países por
recuperarse y evitar las temidas recesiones
económicas, pero ¿es necesario poner en ries-
go el medio ambiente?
¿Qué pasará después?
La lucha contra el cambio climático siempre ha
existido y ha durado más que la del Coronavi-
rus, siendo aún más devastadora, cobrando la
vida de miles de seres en el mundo.
La naturaleza nos está dando una gran lección,
ha logrado lo que ningún gobierno en muchos
años -reducir los niveles contaminantes a pro-
porciones increíbles. Nos está brindando una
segunda oportunidad de ver, de disfrutar su
cielo azul, sus aguas cristalinas, su aire puro y
nos está permitiendo revalorar las maravillas
que conforman nuestro entorno.
La poca decisión de las naciones por generar
un cambio verdadero nos ha cobrado diversas
facturas, como inundaciones, sequías, incen-
dios y olas de calor, además de la reducción del
hielo, aumento del nivel del mar y acidificación
de los océanos, junto con una disminución de
la cantidad de oxígeno en los mares y pérdida
de biodiversidad de bosques primigenios, etc.
La realidad de la necesidad por actuar de for-
ma rápida y contundente que contrasta con
los intereses de cada país lleva a los expertos
a señalar un posible “desquite” ante la limpie-
za que éstos dos meses han provocado en el
ambiente.
El mundo se limpia, al tiempo que nos echa
en cara cuánto daño hemos sido capaces de
hacerle. Es tiempo de tomar las circunstancias
provocadas por esta pandemia para entender
la importancia de la biodiversidad y la estabili-
dad climática en el futuro de las naciones. De-
bemos aprender a ser sociedades más resilien-
tes, mejor equipadas, más adaptadas al riesgo
y que se tomen más en serio las amenazas, no
solo en cuestión económica o de salud, tam-
bién climática.
Li Shuo, asesor de política climática de
Greenpeace East Asia señala que: “Ante la ne-
cesidad de reiniciar la economía en China. Po-
dría haber una ronda de estímulo económico
que inyectaría créditos baratos a las industrias
pesadas del país, y como resultado de eso po-
dríamos ver un aumento de los contaminantes
y también las emisiones de carbono en la se-
gunda mitad de este año”.
Desde está perspectiva, y con la nueva opor-
tunidad que nos está obsequiando la natura-
leza, debemos hacer conciencia, mirar hacia
atrás y pensar en lo importante que hubiera
sido adoptar oportunamente medidas de aler-
ta, sobre todo, de actuación radical ante el tre-
mendo reto que se nos venía encima, el Coro-
navirus y la emergencia climática.
La llamada “venganza de la contaminación”
no es algo hipotético, es una situación que en
China tiene precedentes. En 2009, las auto-
ridades lanzaron un paquete de estímulo gi-
gante de $586.000 mil millones de dólares en
respuesta a la crisis financiera global, la mayo-
ría de los cuales se destinaron a proyectos de
infraestructura a gran escala.
Está crisis nos está apuntalando un aspecto
singular de aprendizaje, que la unión de paí-
ses ante un problema global y la voluntad para
realizar una movilización mundial pueden lo-
grar efectos inmediatos y eficaces. Debería-
mos de aprovechar está fuerza y establecer un
recuento del antes y después del COVID-19
para ser mejores y emprender acciones de be-
neficio ambiental, sanitario, político, econó-
mico, industrial y lo más importante, el com-
portamiento social e individual. Es necesario
hacer conciencia para evitar un colapso irre-
versible al ambiente.
Esto resultó con altos grados de contamina-
ción en los siguientes años, provocando una
protesta pública que marcó el comienzo del
primer plan de acción nacional de contamina-
ción del aire del gobierno chino en septiembre
de 2013.
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