lites (el quintonil es un quelite) o las tortillas, entre otros. Así que fue perfecto para nosotros
nombrar a nuestro local quintonil, su nombre enarbola todo el proyecto que hay detrás del
restaurante.
GM: ¿Qué experiencia culinaria ofrece?
JV: Como lo dije arriba, me volví cocinero por el asombro ante el sabor y las posibilidades
orgánicas y nutrimentales de los ingredientes y su expresión en el recetario mexicano. Lo que
busco siempre es lograr que el comensal experimente ese asombro. Que el sabor, que los
olores y las texturas no sólo evoquen su infancia o los platillos de su abuela –que considero
que es un logro mayor–, sino que también viva este sentimiento misterioso y encantador en
el que los sentidos gozan. Busco que el comensal vea lo que yo veo y sienta la conexión con
la comida como yo la tengo.
Comer es un acto muy íntimo en el que el cuerpo se apropia de algo ajeno a él para mantener
y potencializar su vida, nuestra vida. ¿Por qué no dar las herramientas para que este acto de
interiorización se vuelva una experiencia fascinante?
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