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Los desastres ocurren en todo el mundo, pero sus
repercusiones económicas, sociales y ambientales han ido en
aumento, siendo generalmente mucho mayores en los países
en desarrollo. Los desastres pueden eclipsar años de inversión
para el desarrollo de los países, pero a su vez, las causas del
riesgo pueden estar arraigadas en errores y problemas de los
mismos procesos de desarrollo. (Banco Mundial, 2006a)
Colombia ha sido pionera en América La-
tina en el desarrollo de una visión más in-
tegral frente al tratamiento de los riesgos y
desastres, permitiendo una disminución de
las pérdidas de vidas; sin embargo, los da-
ños en la propiedad, la infraestructura y los
medios de subsistencia siguen en aumento
y evidencian que los desastres no son even-
tos de la naturaleza per se, sino el resultado
de la aplicación de modelos inapropiados
de desarrollo que no consideran la relación
sociedad-naturaleza. Pese a los esfuerzos por
contribuir a la seguridad territorial, al bien-
estar social y a la sostenibilidad ambiental,
es necesario concluir que éstos no han sido
suficientemente efectivos debido a las mani-
festaciones de condiciones de vulnerabilidad
creciente. Las amenazas por fenómenos natu-
rales se encuentran entre un amplio espectro
de factores que deben ser considerados para
no poner en riesgo el desarrollo, así como las
crisis económicas globales, el cambio climáti-
co, la degradación ambiental, la desigualdad
social y el conflicto armado.
Con base en lo anterior, es inminente
hacer transformaciones hacia enfoques que
incorporen en el ordenamiento territorial
las restricciones y las potencialidades según
las amenazas, donde se controle el uso del
suelo ante las presiones por la expansión
urbana, y se ajusten las tecnologías para
las intervenciones de los ecosistemas, entre
otros aspectos. De lo contrario las pérdidas
económicas y los efectos sobre la población
seguirán creciendo como lo han hecho hasta
el momento.
En forma acumulativa, durante los úl-
timos 40 años los desastres han ocasionado
pérdidas que alcanzan los US$ 7.100 millo-
nes, es decir, un promedio de pérdidas anua-
les de US$ 177 millones. Entre 1970 y el 2011
se han registrado más de 28.000 eventos desas-
trosos, de los cuales cerca del 60% se reportan a
partir de la década de 1990. Además, durante el
2010 y el 2011, en tan sólo 15 meses, se alcanzó
una cifra equivalente a la cuarta parte de los
registros y los muertos de la década anterior.
Hay un evidente incremento en la ocurrencia
de eventos desastrosos, pasando de 5.657 regis-
tros, entre 1970 y 1979, a 9.270 registros, en-
tre el 2000 y el 2009, lo cual está relacionado
no sólo con la disponibilidad y calidad de las
fuentes de información, sino principalmente
con el aumento de la población y los bienes
expuestos. En la actualidad, la distribución del
nivel de exposición indica que en Colombia el
1 Corresponde a pérdidas económicas en vivienda (millones de dólares
constantes del 2010), por fenómenos geológicos e hidrometeorológicos
entre 1970 y el 2010 (Corporación OSSO, 2011).
Introducción
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