Gestión del Riesgo en Colombia Gestion Riesgo Banco Mundial Colombia | Page 128

Constitución, divide la transferencia en tres gran- des partes: (a) la participación para educación, que debe representar el 58,5% de los recursos; (b) la participación para salud, que debe correspon- der al 24,5%; y (c) la participación de propósito general, que representa el 17%, donde entre 17 rubros de propósito general que se pueden finan- ciar está el tema de prevención y atención de de- sastres (CEPAL, 2005). Aunque el Decreto Ley 919 de 1989 facultó a los municipios para organizar sus propios sistemas de prevención y atención de desastres, sólo algunas ciudades han utilizado esta competencia. Según el art. 51 del Decre- to Ley 919 de 1989 los municipios pueden or- ganizar sus propios sistemas de prevención y atención de desastres, pero la mayoría de ellos simplemente han creado los CLOPAD, los cua- les cuentan con sólo un funcionario delegado como coordinador. En los municipios más pe- queños la situación se torna más crítica, ya que el coordinador del CLOPAD es a la vez el Secre- tario de Gobierno, Planeación u Obras Públicas (Banco Mundial, 2011a). Algunos municipios, especialmente los que son más fuertes en recursos técnicos, fi- nancieros y humanos (por ejemplo, Bogotá o Medellín), se han dotado de sus propios “siste- mas distritales o municipales” de prevención y atención de desastres, que van mucho más allá de la existencia de un comité distrital o local y de una persona encargada del tema en la administración. Las propias condiciones de complejidad de los riesgos presentes y la decisión política de enfrentarlos han permitido la con- creción de estructuras, formas de coordinación y de ejecución propias, que, en la generalidad de los casos, han llevado a resultados impor- tantes, involucrando a las diferentes instancias municipales y actores privados, representantes de la academia, gremios y otras organizaciones relacionadas con la gestión del riesgo de desas- tres (Ingeniar Ldta., 2011). Manizales, como un ejemplo aparte, ha optado por darle a la gestión del riesgo un carácter transversal en la adminis- tración pública local, no ha creado un sistema municipal, sino que el municipio en sí mismo actúa en función de la reducción de riesgos y el gabinete municipal se encarga de la coordi- nación y convocatoria a los diferentes actores, situación que puede ser más factible y deseable para la gran mayoría de municipios intermedios y pequeños del país. Es fundamental recono- cer tales experiencias y capitalizar las lecciones aprendidas de manera que se pueda adaptar a otras instancias territoriales (para mayores de- talles sobre este tema se puede ver el Capítulo 3). La evidente desigualdad en el desarrollo de los diferentes Comités Locales se debe, entre otras cosas, a las limitaciones en cuanto al acce- so y la disponibilidad de recursos económicos, técnicos y humanos. Si bien en gran parte de los municipios existen formalmente los CLOPAD, son convocados y funcionan sólo cuando se presenta una emergencia o desastre. Para las acciones per- tinentes se cuenta con pocos recursos técnicos, fi- nancieros y humanos y con una baja capacidad en su infraestructura. Adicionalmente, no existe una clara asunción política del tema (Ingeniar Ldta., 2011). Por otra parte, la baja o inexistente partici- pación comunitaria y de diferentes representan- tes de la sociedad civil limita la sostenibilidad de las acciones emprendidas por las instituciones. La interrelación de los coordinadores del CLOPAD con las diferentes instancias o Secre- tarías municipales es limitada. Los funcionarios o pequeñas oficinas que tienen la responsabi- lidad de coordinar los Comités Locales, en la mayoría de los municipios están adscritos a la Secretaria de Gobierno Municipal, siguiendo el modelo hasta ahora desarrollado por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo, aunque se dan algunas excepciones en que dependen de la Secretaría de Planeación o directamente del Riesgo de desastres en la gestión pública 103