Generando Arte La Revista - Número 1 Generando Arte. La Revista Número 1 (Febrero 2015) | Page 51
El sillón de lectura
Desterradas hijas de Eva
N
o podía imaginar cuando
vivía muy cerca de Peñagrande, allá por los años 80,
que aquella maternidad para chicas
dementes y perdidas, -que los vecinos decían que era-, pudiera formar
parte de esa maraña del fascismo
que había ido creciendo a lo largo de
la larga noche de los años de Franco
y mucho más allá de su muerte.
Una de esas chicas vino un día a
mi casa a buscar trabajo como cuidadora de niños cuando yo acababa
de tener a mi hijo pequeño y bus-
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caba niñera, porque entonces las
mujeres trabajadoras solo teníamos
un par de meses de baja después del
parto. Era el año 1982 y acababan
de ganar las elecciones los socialistas. Cuando se enteraron mis
vecinas de que iba a contratarla,
vinieron a casa a recomendarme
que no lo hiciera, pues seguramente la muchacha estaba trastornada y
poco menos que raptaría a mi niño
o cosas parecidas. Mi instinto maternal de protección a mi bebé me
llevó a rechazar su oferta de trabajo
sin más dilaciones y sin investigar
qué había detrás de esas chicas que
vivían en aquel centro tan diabólico (sin saber si era manicomio,
maternidad o correccional).
Cuando he leído el libro de Consuelo García del Cid he hecho un
viaje a aquellos años, me ha hecho
llorar por esas chicas que fueron
maltratadas y he comprendido
cómo se puede generar un pensamiento colectivo de rechazo entre
la gente que vive en los alrededores.
Nadie sabía lo que albergaban esos
centros, aquellos que los veían no
se explicaban qué hacían allí esas
chicas, a quienes automáticamente
se les suponía perversión o incapacidad. Desde el Preventorio del
Dr. Murillo en Guadarrama, que
surgió para prevenir enfermedades
como la tuberculosis en 1940, donde se practicaba el maltrato a las
menores internas en nombre de la
disciplina férrea, hasta los centros
del Patronato de Protección a la
Mujer, (el COC, Centro de Observación y Clasificación de Arturo
Soria, la Maternidad de la Almudena en Peñagrande, el Reformatorio
de San Fernando, el de la máxima
dureza) se describen en el libro
las atrocidades cometidas a través
de los testimonios de las propias
internas y se aporta documentación, fotografías y datos sobre los
gestores de los centros.
El método que aplicaban para
someter a las niñas me recuerda
al modelo diseñado en Alemania cuando crearon el campo de
trabajo de Dachau para los subver-
sivos, comunistas y degenerados
de la sociedad de Baviera cuando
el partido nazi ganó las elecciones.
Se trataba de crear una conciencia
de castigo para la autoinculpación
de la persona y al mismo tiempo
se sometía el cuerpo, rebajando la
dosis de alimento en cantidades
desproporcionadas con la cantidad
de trabajo que tenían que realizar.
Esta combinación minaba la moral
y la capacidad física de los que
estaban allí, de tal forma que solo
respondían a estímulos primarios y
solo les quedaba aceptar sus condiciones para no morir.
Las religiosas de las órdenes
que regentaban los centros del
Patronato ponían en practica estos
métodos quizás sin saber que eran
el brazo ejecutor de la ideología
dominante para los que no se
amoldaban al patrón de normales.
El trabajo de Consuelo al desvelar
todas las atrocidades cometidas en
esos centros mediante este libro es
encomiable, y tiene un gran mérito
como trabajo periodístico, como
material de investigación y como
ejercicio de memoria histórica para
hacer justicia con las víctimas.
Revisamos de nuevo este libro
al salir su tercera edición, porque
es un capítulo real de la historia
del fascismo en este país que nadie
había escrito ni reconocido y
que Consuelo García del Cid ha
tenido la valentía de desvelar y lo
hacemos en un momento en que
heridas del periodo del franquismo
no se quieren poner de manifiesto,
y se silencian para no remover los
desatinos cometidos contra los más
débiles, en este caso mujeres jóvenes que no entraban en el patrón
habitual del comportamiento de la
época. Leer el libro nos adentra en
un panorama devastador que afecta a la sensibilidad de las personas;
como ella misma apunta en una
entrevista sobre el libro aparecida
en el diario Público recientemente:
“….no es solo un libro, es ya una
causa, nadie se queda indiferente.”
María Jesús Aragoneses
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