Generando Arte. La Revista. Nº 3. Octubre 2015 | Page 63

tados- como para pensar que su trayectoria puede ser parecida. Pero todos esos artistas, o casi, son varones. Parte de la explicación de que una María Lejárraga, una Carmen Baroja, o tantas otras, no perseverasen en su vocación –desafiando la indiferencia de sus contemporáneos-, estriba en la ausencia de precursoras “inmortales” que pudieran prometerles que ellas también serían reivindicadas por la posteridad… Ese/a antepasado/a que todos/as necesitamos para legitimarnos, Marta, como mujer que es, tiene que buscarlo en otra parte: lo encuentra en la Wu Chao de la que toma su pseudónimo. ¿Y quién fue Wu Chao? Una concubina del siglo VII, “una especie de Lady Macbeth china, quien, tras desembarazarse de la esposa oficial y la primera concubina del emperador (ella era la segunda)” –es obvio el paralelismo con la situación de Marta, la última en llegar al “harén” de Maristany-, “terminó sus días como emperatriz absoluta de China”. Tras años de frustración y humillaciones, Marta Valdés puede por fin tomarse su venganza. Y desde luego, en la fantasía por lo menos, no se para en barras: “El suyo fue un reinado tiránico y despiadado, sembrado de ejecuciones sumarias y asesinatos sangrientos, que duró 45 años.” 32 Esperemos que el progreso general de nuestra sociedad hacia la igualdad de los sexos –un progreso que no necesita sólo tiempo, sino también reflexión, investiga- Menchu Gal 61