Generando Arte. La Revista. Nº 3. Octubre 2015 | Page 62
su representación: cuando se sepa que “Wu
Chao” es en realidad una chica nacida en
Valladolid, “se desencadenará la polémica”,
con consecuencias de lo más apetitoso:
“Cuanto más ruido, mejor; más interés
despertarás y más subirá tu cotización.”28 .
Polémica que se desarrollará en unos términos que no pueden sino recordarnos los del
debate sobre si existe un arte o una literatura femeninos (“¿Puede una occidental hacer
pintura china? ¿Qué determina la nacionalidad de la pintura, la identidad artística?” 29
)… y que se nos muestran como engañosos,
pues no parten de realidad “espontánea”
alguna, sino de su trucaje, de una impostura
interesada. De la que Marta Valdés es dolorosamente consciente: “Esos cuadros me
parecían una porquería, no podía en modo
alguno enorgullecerme de ser su autora. Y,
a los ojos del público, no lo era. Parecía una
maldición, las únicas pinturas de mi mano
que eran bien recibidas, eran las firmadas
por otro.”30
Al terminar Corazón de napalm, Marta
Valdés, sin dejar de perpetrar los horrendos
“cuadros chinos” de los que vive (y muy
bien), ha reanudado la producción de una
obra propia. Es un final esperanzador, si
bien entre interrogantes -no sabemos si esa
obra correrá mejor suerte que las anteriores-, pero deja intacto el problema que ha
planteado a lo largo de la novela. El mismo
problema con el que se enfrentan, en mi
opinión, todas las mujeres que acceden
a la creación artística, lo que explica sus
carreras vacilantes (son mujeres, recordémoslo, más del 50 % de los licenciados en
Bellas Artes, pero sólo un 30 % de artistas
en ejercicio y un 15 % de Premios Nacionales), a saber: quienes detentan el poder no
se lo traspasan. El espaldarazo, el relevo, la
“alternativa”, para decirlo en términos taurinos, los varones poderosos prefieren dárselos a otros varones, destinando en cambio
a las mujeres a unas funciones subalternas
que les resultan (a ellos) de gran utilidad.
Hacia el final de Corazón…, Marta
Valdés nos sorprende con una reflexión de
orden religioso:“¿Qué mérito tiene exponerte a la muerte, cuando eres inmortal y sabes
perfectamente que vas a resucitar, porque te
lo ha dicho tu padre, que es Dios?” 31
¿Será que de pronto, y por primera vez en
más de 300 páginas, Clara Usón se interesa por el cristianismo? ¿O es que, aunque
ostensiblemente esté hablando de otra
cosa (del sacrificio de la madre de Juan), la
frase puede entenderse como una reflexión
sobre la historia del arte?... Crear obras sin
ninguna esperanza de recompensa terrenal
es una heroicidad que pocos -y cada vez
menos- están dispuestos a asumir; pero si
lo hacen, es porque saben que van a “resucitar”. Es decir, porque tienen precedentes
-artistas muertos en el anonimato y la
miseria, y luego, póstumamente, rehabili-
Séraphine Louis