Generando Arte. La Revista. Nº 3. Octubre 2015 | Page 60

entre la obra terminada y la que ella había imaginado) le pasa a todos los artistas. Recordemos que los primeros concursos que ganó Marta, municipales o provinciales, eran limpios. Pero en cuanto pasó a un nivel más alto –nacional-, se encontró con que le pasaba por delante un sobrino del director… Ella misma, luego, se ha colocado en un colegio porque la recomendó su tía, y en el museo del Prado, gracias a una amiga. En una palabra, el mundo profesional funciona por cooptación: los mayores poderosos eligen a los jóvenes a los que traspasarán su poder. Y da la casualidad de que esos poderosos (no quienes proporcionan a Marta trabajillos de guía o profesora, sino quienes podrían ayudarla a exponer, a vender, a ser conocida: galeristas, directores de museo, pintores consagrados…) son casi siempre varones .22 Teniendo en cuenta ese contexto, la pregunta implícita en la novela de Clara Usón podría formularse así: en una sociedad en la que globalmente, y a pesar de la igualdad formal entre los sexos, los varones tienen mucho más poder, económico y simbólico, que las mujeres, ¿qué vías tienen éstas (en general, y como artistas plásticas en particular) para asegurarse un futuro? La primera y más fácil respuesta, claro está, es la tradicional: casarse con un hombre para usufructuar su estatus, como Marta podría hacer con Juan. Pero Marta no quiere aban58 donar su carrera artística. Y para triunfar en el mundo del arte, necesita, como ya hemos visto, ser cooptada. Pero ¿por qué los Maristanys de turno no la quieren cooptar?... Lo que pasa es que sí quieren. Pero para otros fines. No sabemos si Maristany ha apadrinado a algún joven artista en calidad de tal, pero si lo ha hecho, probablemente se tratará de un varón. Porque a las mujeres jóvenes, los Maristanys las cooptan no como artistas -o sea, discípulas y futuras iguales-, sino como ayudantes, secretarias, amantes, enfermeras… En este punto, le viene a una a la mente el razonamiento con el que don Juan Valera se oponía a que ingresaran mujeres (lo había pedido Emilia Pardo Bazán) en la Real Academia Española de la Lengua, de la que él era miembro. Aduce Valera, entre otros argumentos, que “las mujeres tienen otros destinos más importantes y grandes que cumplir sobre la tierra”, a saber: “ser nodriza para el niño, instrumento de deleite para el mozo y paciente enfermera para la cansada y sucia senectud”23 . Y lo que ha ocurrido a muchas mujeres que han pretendido ser artistas y se han introducido con tal fin en los círculos de pintores, poetas, etcétera, es que han terminado, sin saber muy bien cómo, ejerciendo los papeles tradicionales, más o menos los definidos por Valera, y han pasado de ese modo a un segundo plano, cuando no desaparecido por completo de la historia; piénsese en Lee Krasner