Mientras tanto, Menem sustituyó las
cajas PAN por subsidios y planes para
los más necesitados, al punto de otorgar
jubilaciones a personas que nunca habían
trabajado.
Esto generó en los desocupados la idea
que no hacía falta trabajar o buscar
trabajo, ya que como estaban, tenían un
ingreso seguro y alimentos gratis.
El Pte. De La Rua fue quien lo sucedió y
siguió el mismo criterio, pero ya no eran
sólo los desocupados originales sino sus
hijos y los nuevos desocupados que
permanentemente eran excluidos del
sistema, lo que seguía aumentando la
asistencia social.
En 2001 todo explotó: la economía se
derrumbó, se confiscaron los ahorros de
la población, las empresas quebraron por
haberse endeudado fuertemente en U$S,
lo que generó una gran crisis social que
llevó a la destitución de De La Rua.
Se sucedieron 7 presidentes en pocos
días hasta que asumió Duhalde que, a
pesar de ciertos errores, logró estabilizar
el país. Esta crisis afectó a todas las
clases sociales, siendo los primeros de la
tabla todos los nuevos y viejos
desocupados y sus familias.
En 2003 asume El Pte. Kirchner y en
2007 su Sra. por 2 mandatos
presidenciales. Tanto uno como otro
incrementaron la política de subsidios y
planes con el fin de contar con una fuerza
de choque que sirviera a su plan político.
Esto generaba un ambiente en donde los
chiquitos de los desocupados se criaban
viendo a sus mayores todo el día en sus
casas, sin conocer lo que era la rutina del
trabajo y, como sus padres, tampoco la
importancia del estudio.
Así, llegamos a la actualidad, donde la
economía nuevamente está complicada,
con una inflación del 40% anual,
aproximadamente, no al nivel de 2001,
pero sí preocupante debido al
desmesurado gasto público al que
llegamos.
El Gobierno trata el Presupuesto
Nacional 2019 pero ve la imposibilidad
de reducir esos subsidios y asistencia
social que representan el 70% del gasto
público, debiendo hacerlo en otros ítems,
cosa bastante difícil.
Con la caída de la economía nacional y
la imposibilidad antes mencionada, la
única solución o salida de este punto
muerto, sería dar esos subsidios con una
efectiva contraprestación de estudio y
trabajos de oficios para estas personas.
Volver a inculcar el esfuerzo del estudio
y trabajo en poblaciones que se criaron
en la idea que es el Estado el eterno
proveedor. Imposible.
Para ello serían necesarias políticas de
Estado dirigidas a integrar a esos jóvenes
a las escuelas, hacer seguimientos
permanentes
de
sus
estudios,
comprometerse más en ello y en cuanto
a los mayores, enseñar oficios que les
sirvan de sustento económico para ir
disminuyendo el nivel de subsidios
otorgados y así, poder equilibrar la
economía nacional.
Si las familias no se ocupan, deberá ser
el Estado quien lo haga: ENSEÑAR A
PESCAR,
NO
DARLES
EL
PESCADO.
Leclerc M. del Carmen
8