Generación del 98 revista 98 | Page 7

El acorazado Maine Más de 260 de los 350 tripulantes fallecieron en la explosión del barco. Los ecos de la tragedia no tardaron en recorrer la distancia entre la isla caribeña y el territorio estadounidense, donde causaron una gran conmoción. Aunque a esas alturas resultaba del todo aventurado tratar de dilucidar las respon- sabilidades del suceso, la sombra de la sospecha no tardó en posarse sobre las autoridades españolas. “Parece ser imposible determinar de forma definitiva si fue o no destruido como consecuencia de una traición de los españoles”, pero “la casualidad de su destrucción, mien- tras estaba anclado en La Habana, es lo bastante desagra- dable como para que aumenten seriamente las dificultades entre nosotros y España”, escribió el entonces asistente del Departamento de Estado, Thomas Roosevelt. Los estadounidenses llevaban años escuchando historias -no todas ellas falsas- sobre las atrocidades cometi- das por las autoridades españolas en Cuba, de modo que no resultaba difícil imaginar a los españoles perpetrando un atentado como el que parecía haber sufrido el Maine. De reforzar los prejuicios hacia los españoles se encargaba, de forma poco escrupulosa, la llamada prensa amarilla y en apenas 48 horas, la fiebre belicista se extendió como la espuma en tierras americanas. Con una investigación de 23 días en donde se interrogó a 62 testigos, el Senado Estadounidense concluía- que el causante de la explosión era un agente externo, siendo esta afirmación la que daría como inevitable la guerra entre Estados Unidos y España. Con más de 63.000 muertos, España perdía la guerra que duró 3 meses y 17 días. El nuevo orden del territorio dispu- tado fue establecido en el Tratado de París, en donde España cede sus últimas colonias. España abandonó sus demandas sobre Cuba, que declaró su independencia. Filipinas fue oficialmente entrega- da a los Estados Unidos por 20 millones de dólares, y Guam junto con Puerto Rico se convirtieron en propiedades estadounidenses también. Quedará siempre la duda si la explosión del Maine fue una traición por parte de España o un sabotaje planeado por los Estados Unidos; lo cierto es que un imperio caía y en España la crisis reinaba con más fuerza. Sin duda alguna, la pérdida de estos territorios fue un desastre para este país. Literatura espanola III