El acorazado Maine
Más de 260 de los 350 tripulantes
fallecieron en la explosión del barco.
Los ecos de la tragedia no tardaron en recorrer la
distancia entre la isla caribeña y el territorio estadounidense,
donde causaron una gran conmoción. Aunque a esas alturas
resultaba del todo aventurado tratar de dilucidar las respon-
sabilidades del suceso, la sombra de la sospecha no tardó
en posarse sobre las autoridades españolas.
“Parece ser imposible determinar de forma definitiva
si fue o no destruido como consecuencia de una traición de
los españoles”, pero “la casualidad de su destrucción, mien-
tras estaba anclado en La Habana, es lo bastante desagra-
dable como para que aumenten seriamente las dificultades
entre nosotros y España”, escribió el entonces asistente del
Departamento de Estado, Thomas Roosevelt.
Los estadounidenses llevaban años escuchando
historias -no todas ellas falsas- sobre las atrocidades cometi-
das por las autoridades españolas en Cuba, de modo que no
resultaba difícil imaginar a los españoles perpetrando un
atentado como el que parecía haber sufrido el Maine.
De reforzar los prejuicios hacia los españoles se
encargaba, de forma poco escrupulosa, la llamada prensa
amarilla y en apenas 48 horas, la fiebre belicista se extendió
como la espuma en tierras americanas.
Con una investigación de 23 días en donde se
interrogó a 62 testigos, el Senado Estadounidense concluía-
que el causante de la explosión era un agente externo,
siendo esta afirmación la que daría como inevitable la guerra
entre Estados Unidos y España.
Con más de 63.000 muertos, España perdía la guerra que
duró 3 meses y 17 días. El nuevo orden del territorio dispu-
tado fue establecido en el Tratado de París, en donde
España cede sus últimas colonias.
España abandonó sus demandas sobre Cuba, que
declaró su independencia. Filipinas fue oficialmente entrega-
da a los Estados Unidos por 20 millones de dólares, y Guam
junto con Puerto Rico se convirtieron en propiedades
estadounidenses también.
Quedará siempre la duda si la explosión del Maine
fue una traición por parte de España o un sabotaje planeado
por los Estados Unidos; lo cierto es que un imperio caía y en
España la crisis reinaba con más fuerza. Sin duda alguna, la
pérdida de estos territorios fue un desastre para este país.
Literatura espanola III