Thatcher fue una stateswoman de
ideas y de férreos principios, incluso
cuando el contexto era especialmente adverso, como en 1981, momento
en el que lanzó su frase lapidaria the
Lady is not turning back. Para hablar
de este tema, una voz autorizada es
Lord Bernard Ingham, durante muchos años su jefe de prensa, para
quien:
“sus dos primeros años no fueron simplemente una batalla contra sus oponentes y contra el escepticismo público que
esperaba un giro en U en la política de
Thatcher, sino también contra aquellos
dentro de su propio Gabinete que temían las consecuencias políticas y sociales
de su tratamiento”15.
En íntima relación con la idea anterior, no podemos decir que la revolución de Thatcher fue algo que se
llevó a cabo de la noche a la mañana. Buen ejemplo de ello es que
Harold Wilson manifestó, erróneamente, que “está claro que el Partido
Conservador se va a librar de Thatcher
en menos de tres años”16. La historia,
que da y quita razones, en este caso
mostró el error de Wilson ya que en
las generales de 1983 lograba un
landslide (concepto que se emplea
en la terminología británica para
definir aquellas elecciones que se
ganan por más de 100 diputados de
diferencia).
independencia nacional, individualismo y libertad. Gobierno limitado,
cuya función era la de servir, nunca
ser amo. Como sostiene Florentino
Portero, un programa tan sencillo
como radical, que en última instancia implicaba compromiso ideológico17.
En su cruzada a favor de la libertad,
no sólo renunció al pragmatismo y
al relativismo sino que se opuso
drásticamente a los mismos como
forma de hacer política. Contemporizar con el enemigo era el primer
paso para la derrota final.
Pese a la constante tendencia que
hay en considerar a Thatcher como
un adalid del libre comercio, éste no
es más que una parte de su defensa
total de la libertad del ser humano.
En íntima conexión con esta idea,
tenemos otra no menos importante:
la responsabilidad individual. La
fusión de ambas suponían una crítica feroz a la forma en que el Reino
Unido era gobernado con un Estado
omniabarcante, que había minado la
esfera de libertad individual convirtiendo al hombre en un ser sin aspiraciones, ajeno a toda ética de trabajo, ahorro y autorrealización.
En definitiva, como sintetizó en su
discurso de renuncia:
Para Thatcher, el consenso de posguerra era sinónimo de fraude. Encabeza la corriente modernizadora
(con Keith Joseph, Nicholas Ridley)
vinculada a ideas “nuevas”: el valor
y la importancia del libre mercado;
importancia de la elección individual y de la responsabilidad; los
conceptos de obligación, familia,
"You have served as Leader of the Conservative Party for nearly sixteen years
and as Prime Minister for the past
eleven years, the longest serving Prime
Minister this century. You led the Government through a time of severe economic difficulty in the early years of the
decade to a period of sustained economic
growth unparalleled since the Second
World War. Your fortitude sustained
Grupo de Estudios Estratégicos GEES
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Análisis nº 7370