Debemos ser conscientes de que los entrenadores (que, en las categorías de base, se denominan formadores) se convierten en modelos a seguir para los más pequeños y en piezas clave para evitar el incremento de abandonos prematuros en la práctica deportiva. Según algunos estudios, los niños consideran más importantes en sus vidas a sus entrenadores que a sus padres o profesores. Además, está demostrado que cualquier entrenador pasa más tiempo con sus jugadores que cualquier profesor con sus alumnos en la escuela, por lo que su tarea no se ajusta únicamente a la enseñanza de aspectos de ejecución o decisión, sino de transmisión de valores educativos, sociales y formativos. Pero no vamos a dejarle toda la responsabilidad al entrenador, ya que el entorno (padres, familiares, amigos, club) influyen igualmente de manera positiva o negativa en todo este proceso, aunque ése sería otro tema.
En definitiva, la pretemporada en categorías formativas, igual que el resto del año, sirve para disfrutar, aprender y mejorar en el aprendizaje del fútbol, teniendo en cuenta nuestras competencias como formadores en cuanto a: -La comunicación con el jugador, pues el entrenador debe informar de manera eficaz para que el deportista tenga claro lo que tiene que desarrollar. -Las reacciones, es decir, al feedback que recibe el deportista y al conocimiento de los resultados sobre lo que está haciendo y cómo mejorarlo. -La motivación, que tiene que ver con la variedad y variabilidad en las tareas buscando el éxito en el desarrollo de las mismas. -La participación; competencias organizativas que permitan la máxima participación de los niños en las tareas a realizar. Olvidémonos de la resistencia, la fuerza, la velocidad que ya viene implícita en el propio juego, y enseñemos a nuestros jugadores a pensar, a decidir bien y más rápido, a repetirlo las veces que demande el propio fútbol. Para ello, juguemos con los espacios, las reglas, el número de jugadores y las prohibiciones o ventajas asignadas a cada equipo o jugador, variando las repeticiones, la duración de los esfuerzos… Ahí está nuestro verdadero trabajo como entrenadores, preparadores de futbolistas, ayudantes, entrenadores de porteros, etc., y consiste en ser capaces de generar comportamientos más cercanos a la realidad competitiva para que nuestros futbolistas sepan decidir de la manera más eficaz en cada una de las situaciones cambiantes que ofrece este deporte. El niño irá creciendo y, con él, sus capacidades físicas, y llegará el momento de aprovechar las fases críticas de cada edad para incrementar la intensidad o el volumen de las tareas con balón, con el objetivo de que se produzcan las adaptaciones necesarias y, con ellas, el crecimiento integral del futbolista.
“El todo es más que la suma de las partes”.