FRAY PERICO Y SU BORRICO FrayPericoYSuBorrico | Page 63
Juan Muñoz Martín
Fray Perico y su borrico
San Francisco se enterneció. Vio a sus frailes aporreados y maltrechos por
culpa suya: a fray Nicanor, el superior, sin dientes; a fray Sisebuto, sin barba; a
fray Ezequiel, con un ojo hinchado, y no pudo más. Guiñó un ojo a la nube y la
nube comenzó a descargar unos granizos gordos como huevos de gallina.
Allí se acabó la guerra. Todo el mundo se metió bajo las andas del Santo,
abrazados como hermanos, sin acordarse de golpes ni puñetazos. Luego
comenzó a llover, y a relampaguear, y a tronar; y toda la noche se la pasaron
frailes y aldeanos acurrucados bajo las andas de San Francisco, sin atreverse a
sacar la nariz.
Al amanecer salió el sol, y salieron todos de su escondrijo, como los caracoles
tras la tormenta. San Francisco estaba un poco magullado y descolorido, pero
sonreía. La procesión volvió camino del convento y, como la sonrisa es
contagiosa, la alegría volvió al pueblo y empezó a florecer en el convento.
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