FRAY PERICO Y SU BORRICO FrayPericoYSuBorrico | Page 57

Juan Muñoz Martín Fray Perico y su borrico puerta, la cerró, se persignó, se arrodilló, se levantó, y, por la escalera de la torre, desapareció. El cuarto abrió la puerta, no la cerró, se persignó, se arrodilló, se levantó y, por la escalera de la torre, desapareció. El quinto no abrió la puerta, porque ya estaba abierta, ni la cerró, sí se persignó, no se arrodilló ni se levantó, sino que, a todo correr, por la escalera de la torre, desapareció. San Francisco estaba bizco de tanto abrir y cerrar, tanto persignarse y santiguarse, agacharse y levantarse, pues, después de los cinco primeros, pasaron otros diez frailes y cada uno abrió y cerró, se persignó, se arrodilló, se levantó y desapareció por la escalera de la torre como alma que lleva el diablo. Al final pasaron tres cabras bufando, que no se entretuvieron en abrir ni cerrar la puerta, ni en persignarse, arrodillarse y levantarse, sino que siguieron el camino más corto, detrás de los talones de fray Simplón; que tomó las primeras vueltas de la escalera de caracol más rápido que una peonza. -Parecen los encierros de San Fermín -murmuró San Francisco, admirado de aquellas carreras tan precipitadas. Al fin, compadecido de los ayes y lamentos de sus frailes, y temeroso de que la torre se viniera abajo, tal era el estruendo que se sentía, llamó dulcemente a las cabras y éstas se llegaron a los pies del santo, sumisas y arrepentidas, como si fueran dóciles ovejas. - 57 -