FRAY PERICO Y SU BORRICO FrayPericoYSuBorrico | Page 37

Juan Muñoz Martín Fray Perico y su borrico -Mira quién está aquí -dijo fray Perico-. Si no es por tu rosario, no nos deja ni la capucha. -Acércate -dijo San Francisco. Y el lobo, temblando, se acercó a sus pies con el rabo entre las piernas. -¿Cuántas ovejas te has comido? El lobo no respondió. Fray Perico echó las cuentas con los dedos en un libro donde tenía todo apuntado con rayajos y palotes. -Treinta y siete se ha comido en un mes -dijo al fin el fraile. -¿Y cuántos cerdos has devorado, hermano lobo? -siguió San Francisco. -Dieciocho -dijo fray Perico. -¿Y cuántas gallinas? El lobo no contestó, sino que se escondió detrás de fray Perico. -Doscientas treinta y cinco -dijo fray Perico. -¡Qué barbaridad! -Tenía hambre, padre Francisco -intercedió el fraile en favor del lobo-. Yo también, cuando tengo hambre, le quito las cosas a fray Pirulero. -Ya, ya lo sé. ¿Qué te parece a ti si el lobo te comiera una pierna? -Sería horrible. -Pues también es horrible que se coma las ovejas, las gallinas y los cerdos como si tal cosa. -No lo volverá a hacer, padre Francisco... -Eso espero. Entonces el lobo, que estaba acurrucado en un rincón, echó muchos lagrimones por los ojos, se acercó a San Francisco y le puso una pata en las sandalias para mostrar su arrepentimiento. -De hoy en adelante dormirás en el monte -ordenó el santo-, y todos los días vendrás al convento a comer. Fray Perico cuidará de ti. Fray Perico lo abrazó muy contento, luego lo ató con el cíngulo y se lo llevó a la cocina para darle de comer. Por los claustros encontraron a fray Olegario apoyado en su bastón; como era tan corto de vista, le pisó el rabo al lobo y éste le dio un mordisco en el hábito y le hizo un siete. -Quieto, hermano lobo -dijo fray Perico. El padre Olegario, cuando se puso los anteojos y vio al lobo con aquellos dientes tan grandes, tiró el bastón y salió dando zancadas por el pasillo. Subió las escaleras de cuatro en cuatro para encerrarse en la biblioteca. Poco después, fray Sisebuto dobló una esquina con un saco de carbón para la fragua y se tropezó con fray Perico que regañaba al lobo por tener tan mal genio. Fray Sisebuto dio un salto, tiró el saco y fue a esconderse en el fondo de la carbonera. Estaban los de más frailes comiendo en el comedor, y fray Perico dijo al lobo: -Ven, comerás con mis hermanos. Hoy tenemos patatas con arroz y te gustarán. Al llegar, los frailes regañaron mucho a fray Perico: -¿Cómo has tardado tanto? Teníamos miedo por ti y por Calcetín. -He tardado porque me encontré a un amigo en el camino. Tiene hambre. - 37 -