La Tasa Tobin va de manera excesivamente tímida, por ahí, por gravar la economía financiera e intentar paliar sus excesos. En este caso, la identificación más o menos exacta de los daños y sus autores nos ofrece la posibilidad de exigir su reparación perfectamente delimitada.
Las armas debería ser gravadas para compensar todo el daño que provocan, como el tabaco
Alguien argumentará, lógicamente, que la gravedad de la situación nos obliga a actuar urgentemente, que no podemos esperar a que esto se acepte sin más. De acuerdo, pero debe existir la manera de abrir un asiento en alguna contabilidad internacional que no olvide el esfuerzo que podamos hacer ahora para limpiar las calles de Gaza de cascotes. Podemos adelantar la ayuda, pero con la condición de que sea una deuda contraída por Israel con los donantes, porque todavía tendremos que ver cómo se ofrecen créditos para la reconstrucción y encima sea Palestina la que se endeude, cerrando un círculo muy lucrativo que comienza con los fabricantes de armas. Se necesita casi el doble del presupuesto que España dedicaba en un año a cooperación en los mejores tiempos, para que nos situemos.
Porque, por poner medidas, por ejemplo y hasta que no lleguemos a un control muchísimo más estricto de su comercio, las armas debería ser gravadas para compensar todo el daño que provocan, como el tabaco o lo envases no retornables, sin querer frivolizar.
Esa y tantas otras medidas hay que plantearlas a escala sistémica, no como inofensivos arañazos, para tener alguna posibilidad de incidencia y de cambio en el orden mundial actual, que es lo que hace reproducir secula seculorum las desigualdades y los desastres. Si no, seguiremos poniendo tiritas para atajar una hemorragia insoportable, como la de la franja esta vez, que vuelve a esperar que Sísifo suba la montaña.
Antes de marcar cualquier número 28 en nuestro móvil, debemos exigir a Israel que nos deje Gaza exactamente como la encontró antes de atacarla, al menos en lo material. Por favor, que alguien envíe la factura a Tel-Aviv y, en el mismo sobre, una citación para vernos en los tribunales.
Dirección web: http://elpais.com/elpais/2014/09/08/planeta_futuro/1410165542_861774.html
BREVE ANALISIS DEL ARTÍCULO
Este articulo hace referencia a las consecuencias económicas que implican los ataques de Israel. Y es bien sabido que ante las condiciones económicas de Palestina, este no posea el suficiente capital como para realizar una reparación propia, esto sumado a que es recientemente reconocido por algunos países del primer mundo, los cuales a su vez tienen alianzas internacionales con el país invasor.
Los platos rotos de una invasión generada en un país que dista muy lejanamente de ser un país del primer mundo, recaen directamente en las organizaciones que sostienen todos los planes que genera la ONU, para erradicar los indicadores de desarrollo humano que internacionalmente se estipulan, y si se tiene en cuenta que además de la responsabilidad que tienen estos países del primer mundo, sino que también parte de su economía a recaído, ponen en tela de juicio la realización de estos planes de reconstrucción.
Otro factor para analizar aparte de las condiciones económicas en las que se encuentran estos países, también son los beneficios y la estabilidad que poseen esta clase de inversiones a futuro teniendo en cuenta en que tales inversiones no se realizan en escencia con un animo de lucro y si lo hiciesen, son las condiciones geopolíticas de Palestina las que no hacen de ello un espacio rentable, y por tal motivo y teniendo en cuenta en que a lo largo de estas dos primeras décadas del siglo XXI se ha bombardeo la zona de la franja de gaza, pues resulta un poco perdida la inversión realizada, pues les tocaría estar continuamente invirtiendo, y esto generando a su vez una carga económica a los países del primer mundo. Por eso es acertado lo que piensan hacer muchos de estos países inversores de responsabilizar a Israel como garante de la inversión pues son ellos los responsables de generar los gastos que ponen en apura a las apenas estables economías del primer mundo.
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