FORMAT+V Julio 2014 | Page 7

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¿De dónde eras?, respondí con un “Burzaco”, la ansiedad del tipo hizo que las pautas de buenos modales y el protocolo de saludo se fueran al carajo, me dio la bolsa “Revisalo si querés…” abrí la bolsa y vi que la tapa no estaba tan buena como en la foto, antes que pudiera decir algo el tipo dijo “Tiene el típico uso de algo que tiene 30 años…”, miré el disco y me causó la misma impresión que la tapa, otra vez la voz del tipo “Yo tenía una novia por zona sur, te lo bajo 20 pesos porque venís de lejos…” saqué la plata y antes de que pudiera decir algo el tipo volvió a entrar en el edificio y yo ya estaba camino a mi casa.

Durante el regreso miré como pude el disco en el tren (suele ser un poco incómodo), era más que obvio que el disco no se veía como en la foto pero eso no eran tan importante (o yo no quería darle tanta importancia), estaba contento con mi compra y con mi primera experiencia dentro del coleccionismo “serio”. Después del largo viaje llegué a mi casa y me dispuse a disfrutar de la sonoridad de mi nueva adquisición y en el momento que la púa tocó el negro acetato comienzo a escuchar el inconfundible sonido de una buena fritura y, de fondo, mi banda preferida…

Que hijo de puta el tipo, ¿Cómo podía ser que un colega coleccionista, un camarada del vinilo me cagara de esa manera?, ¿Cómo podía aprovecharse de mi entusiasmo y mi buena voluntad?, ¿Cómo un ser humano puede caer tan bajo?; juré y perjuré que yo no iba a hacer lo mismo, nunca iba a cagar a un colega vinilero de esa manera, llamé por teléfono pero nada, busqué el anuncio en internet pero ya no existía, preferí ver ese día como el día en el que adquirí un disco hecho puré y un poco de experiencia en la misma movida…

Que hijo de puta ese tipo…

Tengo un buen disco, 8 puntos tapa y disco a un buen precio ¿Algún interesado?...

MI ENTRADA AL COLECCIONISMO SERIO

Por Pablo Tabarez

No puedo determinar exactamente por qué comencé a coleccionar discos ni en qué momento los vinilos comenzaron a ser objeto de mi interés pero puedo decir que ese viaje hasta capital significaba algo, para mí era la entrada al coleccionismo “serio”, no se trataba de otro viaje hasta la próxima estación o de comprarle algún disco a algún conocido, esto era más épico, era tomarme un colectivo hasta la estación, media hora en tren y después un viaje de un tiempo indeterminado hasta un barrio que nunca pisé en mi vida.

Comprar ese disco importante a un buen precio fue lo que motivó mi éxodo, el anuncio decía 8 puntos la tapa y 8 puntos el disco (en ese entonces no manejaba la escala), las fotos eran prometedoras, el precio era justo y durante el arreglo el tipo que me lo iba a vender me pareció macanudo.

Mi llegada fue ansiosa, estaba en la puerta del edificio 20 minutos antes de lo pautado, para no parecer desesperado por comprar me prendí un pucho y espié el celular, la última pitada marcó el final del tiempo de espera y apreté el botón del portero eléctrico… “Ya bajo”.

Cuando vi al vendedor lo noté un poco más ansioso que yo, el disco estaba en una bolsa oscura… “Que tal, perdón que te atienda rápido, lo que pasa es que me estoy mudando y tengo los discos acá en lo de mi novia…