Distribución
Inmersos ya en el nuevo siglo, se detec-
tan en lo referente a los hábitos de con-
sumo,
las
nuevas
costumbres
alimenticias, una mayor preocupación
por el trato recibido, la satisfacción por
el producto o los plazos de entrega a la
hora de comprar influían de manera im-
portante en la toma de decisiones de los
consumidores.
Pero sin duda, ya en el año 2001 la no-
vedad revolucionaria para el consumidor
fue internet, un medio que todavía era
joven y que estaba destinado a ser vehí-
culo de comunicación y fuente de infor-
mación esencial en el futuro.
pedido a domicilio hasta el asesora-
miento personalizado), sin olvidar el ser-
vicio postventa.
Por su parte, el consumidor de finales de
siglo ya comenzaba a mostrarse cada vez
más exigente y experto. Además, la re-
cuperación de la economía durante 1997
fue uno de los aspectos más positivos. El
incremento de la renta familiar y el opti-
mismo impulsaron el consumo.
Los españoles estaban cada vez más in-
formados y no se conformaban con lo
que había en las tiendas, sino que ya em-
pezaban a comprar lo que querían. Co-
menzaban a buscar y a comparar más
que hacía unos años, con el objetivo de
encontrar una oferta realmente ajustada
a sus necesidades.
Y en la búsqueda de productos o servi-
cios “a medida”, un mismo consumidor
se desplazaba a las grandes superficies de
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diciembre 2017
la periferia buscando mejores precios,
pero también buscaba la exclusividad de
artículos que vendían en las tiendas es-
pecializadas de los núcleos urbanos.
A medida que pasan los años el consu-
midor se hizo más experto y exigente, y
disponiendo de una renta más alta, su
nivel de fidelidad bajó. Para ello era ne-
cesario conseguir la fidelidad de los clien-
tes a través de un buen producto, de
buena calidad de servicio y una política
de marketing relacional mediante la que
obtener una segmentación de clientes
efectiva, sin olvidar, por supuesto, la im-
plementación de programas de fideliza-
ción.
Así, en 1999 el crecimiento del número
de personas conectadas a internet en Es-
paña fue de casi el 70% frente al año an-
terior, pero todavía estaba muy por
debajo de otros países europeos y, por
supuesto, de EEUU.
En esos años, la intención de compra on-
line en España era todavía baja respecto
a Europa, pero ya se veía entonces su
enorme capacidad potencial como canal
de ventas. Por otro lado, ya en el año
2003 comenzó a desarrollarse el con-
cepto de “compra como experiencia”
donde el cliente podía vivir el producto
que deseaba comprar.
En el año 2009, la crisis económica pasó
de dar señales a convertirse en una rea-
lidad palpable y los actores del mercado
de la distribución se movían para mante-
ner los niveles de consumo de España.
De este modo, los consumidores esta-
ban cada vez más informados, más expe-
rimentados y tenían muy claro lo que
querían. A la hora de realizar las com-
pras de bienes de consumo duradero, la
“comodidad y rapidez” eran muy valora-
das, así como la especialización y adapta-
ción a sus diferentes necesidades.
La oferta completa de productos en cada
uno de los sectores era cada vez más va-
lorada por los consumidores. Además, la
categoría de los productos denominados
“low cost” eran una de las tendencias
más significativas de los diferentes secto-
res.