Falmed Edición Especial 02: Emoción y Razón | Page 27
MALAS NOTICIAS 27
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El abogado jefe de
Falmed, Juan Carlos Bello, coin-
cide en que el derecho del pa-
ciente a no ser informado debe
ser respetado por el médico y
agrega que, desde el punto de
vista legal, es relevante que el
usuario materialice lo que lla-
ma “una decisión informada”,
suscribiendo un consentimiento
informado.
“Yo puedo decirle a mi
médico que haga lo que tenga
que hacer porque en realidad no
quiero saber mi enfermedad. Es
mi derecho a no saber, por lo
tanto el médico tiene que hacer-
le saber que firme su consenti-
miento”, manifiesta el abogado.
En estos casos, son los
propios pacientes quienes piden
al médico focalizarse en paliar
el dolor físico que los afecta y
entregar la información de su
diagnóstico a los hijos o cónyu-
ge. “Años atrás un paciente que
tenía un cáncer de pulmón vino
con la hija, él me dijo que si te-
nía una enfermedad grave que le
tratara lo que le molestaba pero
que no quería que le dijéramos
lo que tenía. Lo respetamos y lo
colocamos en la ficha”, finaliza la
Dra. San Martín.
¿LA INFORMACIÓN DAÑA?
“El paciente es dueño de
la información sobre su persona
y eso los médicos debemos res-
petarlo. No obstante, en la entre-
ga de malas noticias, la familia
puede ser un muy buen apoyo,
por eso hay que conversar con
el paciente considerando con
él los pro y contra de incluirla
pero sobre todo observando lo
difícil que puede ser llevar una
sobrecarga de ese tipo, en sole-
dad, sumado al daño, emocional,
económico o legal que a veces
puede provocar no hacer una
preparación ante una muerte
inminente, hace indispensable
hablar el tema”.
El Dr. Arturo Roizblatt
Scherzer,
subdirector
del
Departamento de Psiquiatría
y Salud Mental Oriente de la
Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile junto a la
psicóloga María Luz Bascuñán
del Departamento de Bioética y
Humanidades Médicas han ex-
plorado las estrategias de los
profesionales para la entrega de
malas noticias en salud.
Desde su experiencia
como docentes e investigadores,
los académicos han reparado
que la enseñanza de comunica-
ción en las escuelas de medici-
na tiende a limitarse a ciertas
habilidades básicas para la en-
trevista clínica, descuidando la
formación para la entrega de
malas noticias, pese a ser una
práctica frecuente cuyos efectos
tienen consecuencias en la rela-
ción entre el equipo de salud y
los pacientes y familiares.
Evitar esta responsabili-
dad o delegarla en terceros es
propio del ser humano, por te-
mor a contagiarse con las emo-
ciones del otro. En el caso del
médico, se suma el hecho de
haber recibido una formación
profesional cuya misión princi-
pal era la de sanar enfermos y
no la de dañarlos. Entonces, el
profesional de la salud teme que
entregar un diagnóstico difícil
como lo es un desenlace fatal
pueda provocar sólo dolor.
CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO
Presión adicional provo-
can aquellas familias que piden
al médico que oculte el diagnós-
tico y/o pronóstico de la enfer-
medad. Esto se da con mayor
frecuencia con los pacientes
terminales, por temor a los sen-
timientos que ello puede provo-
car o incluso por negación de la
propia familia a aceptar un diag-
nóstico, con la esperanza de que
algo positivo, como un milagro,
ocurra.
“Existe evidencia consi-
derable que dice que pacientes
que reciben terapias paliativas
frecuentemente no comprenden
su pronóstico y/o los objetivos de
las terapias, manteniendo espe-
ranzas irreales de curación”, ex-
presa la Dra. Alejandra Palma, de
la Unidad de Cuidados Continuos
y Paliativos del Hospital Clínico
de la Universidad de Chile.
La conspiración del silen-
cio o la mentira piadosa tienen
también otros efectos. Estudios
indican que aquellos pacientes
que s