Fallece actriz Doris Day DORIS DAY IN MEMORIAN | Page 16

Suplemento especial de MIRROR magazine Tuve oportunidad de encontrarme con ella unas pocas veces. Visitarla en su casa de California era como ir a un santuario animal donde vivían a todo lujo un montón de perros. Tenía un corazón de oro y era una señora muy graciosa con quien compartí muchas risas”. Day era, entre otras cosas, la última de una generación ilustre y que sintetizó en su obra, todo un período del cine estadounidense. Era, además, una cantante de gran voz, buena presencia y repertorio de los que se dan pocas veces y en el que, por decir algo, se destacaron “Whatever Will Be (Qué Será Será)”, “Dream a Little Dream of Me” y si me permite una favorita personal, “A Guy is A Guy”, que es pureza prefeminista. Es que, con su cine y sus canciones, Day reflejó la mejor (e imaginaria) cara de lo que se esperaba de una mujer americana. Aunque han tenido, más o menos recientemente, otras lecturas, las comedias que hizo en la década de 1960 (tres de ellas con Rock Hudson), representan una femineidad virginal, doméstica y sumisa aunque picaresca que, también, ponía en duda el rol de la masculinidad. Eso es, al menos la idea que ha quedado Representaría, así, el último bastión de un sueño americano de ropa vaporosa y paisajes suburbanos, que quedaría destrozado en la década de 1960 y su pérdida de la inocencia. Terminaría, de alguna manera con el prestigio y el furor de Day, quien se mantuvo viendo desde lejos como su estrella, aunque menguada, siguió brillando. Había nacido, Doris Mary Ann Von Kapplehoff el 3 de abril de 1922 en Cincinatti. A los 14 años decidió irse a Hollywood a trabajar como bailarina, pero horas antes de partir tuvo un accidente de tránsito que la alejó dos años de sus sueños. A los 17 salió de gira como vocalista de la Les Brown Band, donde conoció a un trombonista, Al Jorden, con quien terminó casándose en 1941, teniendo un hijo (Terry Melcher, quien integraría el clan Manson), y divorciándose por violencia doméstica. Después de unas segundas nupcias no demasiado alentadoras, firmó para Warner Bros y empezaría una carrera fulgurante en el cine y la música. Se casó, además, con el agente Martin Melcher. La descubrió el Michael Curtiz (el de Casablanca) que le dirigió en Romance en alta mar en 1948. Además de sus roles más clásicos, trabajó al