2-El secuestro de los videntes
Los acontecimientos del día 4, junto con la aglomeración
llamativa de 500 personas, suscitaron las iras de D. José Antonio
Bereciartúa -padre de los videntes- quien decidió acabar con toda
aquella farsa, secuestrando a sus dos hijos en un caserío lejano.
Nada valió su estratagema. La gente continuó afluyendo en mayor
número a Ezkioga. Los días 5 y 6 siguieron presentándose los
fieles en Ezkioga sin la presencia de los niños. El día 7 se hicieron
presentes a última hora. Al final del rosario, volvieron a casa
acompañados por la muchedumbre. Aquella despedida fue el
final del protagonismo ostentado por los hermanos Bereciartúa,
en la génesis del movimiento de Ezkioga. Ezkioga recibió desde
el día de la Antigua la estructura de una comunidad de oración
presidida por el sacerdote que dirigía el rosario.
El domingo día 7 fue el final de la primera semana de las
apariciones. Fue también un día de grandes novedades. El paso
lo prepararon los sucesos de los días 4-7 de julio. El vacío de
protagonismo que significó la ausencia de los primeros videntes
fue el dato concreto que lo cambió todo. El vacío de los videntes
empezaron a llenarlo con sucesos aparicionales los nuevos
videntes. El cambio nos lo podemos imaginar de la siguiente
manera. La aparición del día 30 recibió una publicidad singular
por las circunstancias especiales de los días precedentes, y también
porque la presencia de gente abundante en la noche del domingo
en el bar de Basterreche contribuyó a que toda la gente hablara,
desde el día siguiente, del hecho extraordinario. Esto explica que
los días siguientes hubiera una verdadera concurrencia en el lugar
de las apariciones, y mucha gente se enterara de las novedades
de Ezkioga. Las apariciones a nuevos videntes empezaron el 5 de
julio de 1931, en ausencia de los primeros13.
Un niño de Zumárraga fue el primero en tener una visión, después de Antonia y
Andrés (Cfr. WAC, Las Visiones de Ezkioga, p. 301). El día 7 vieron la aparición
un hombre de Gaviria, otro de Villafranca, unas señoritas de Villarreal y otras
de Zumárraga.
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