naturaleza —pues esta práctica hace creer a los hombres que han nacido para ser
adversarios o enemigos, y que tienen el deber de trabajar en su perdición recíproca,
a menos que se lo impidan los tratados (...). Por el contrario, nadie debería ser tenido
por enemigo, si no hubiese causado un daño real. La comunidad de naturaleza es el
mejor de los tratados y los hombres están más íntima y más fuertemente unidos por
la voluntad de hacerse recíprocamente el bien que por los pactos, más vinculados por
el corazón que por las palabras» (Tomás Moro, Utopía).
EPILOGO
TENDRÁS QUE PENSARTELO
Bien, ya está. A trancas y barrancas, desde luego, pero lo principal creo que
ahí queda dicho. Me refiero a lo «principal» que yo soy capaz de decirte ahora: otras
cosas mucho más principales tendrás que aprenderlas de otros o, lo que será mejor,
pensarlas por ti mismo. No pretendo que te tomes este libro demasiado en serio, ¡por
nada del mundo! Después de todo es muy probable que ni siquiera se trate de un
verdadero libro de ética, al menos si Wittgenstein tenía razón. Este notable filósofo
contemporáneo consideraba tan imposible escribir un verdadero libro de ética que
afirmó: «Si un hombre pudiese escribir un libro sobre ética que fuese verdaderamente
un libro sobre ética, ese libro, como una explosión, aniquilaría todos los demás libros
del mundo.» Aquí me tienes, ya acabando estas páginas que te dirijo y sin haber oído
el trueno aniquilador de ninguna explosión. Mis viejos libros que tanto quiero
(incluido ése en el que Wittgenstein la expresa la opinión antes citada) siguen
afortunadamente incólumes en los estantes de la biblioteca. Por lo visto no me ha
salido el encantamiento, digo el libro de ética: tú, tranquilo. Otros muchísimo mejores
que yo lo intentaron antes con resultados que tampoco hicieron volar en añicos el
resto de la literatura pero que de todos modos harás bien en intentar conocer:
Aristóteles, Spinoza, Kant, Nietzsche... Aunque me he propuesto no citártelos a cada
rato porque estábamos hablando entre amigos, te confieso que lo más aprovechable
que pueda haber en las páginas anteriores viene de ellos, a mí sólo me corresponde
la paternidad de las tonterías (¡perdona, no te des por aludido!).
De modo que este libro no tienes por qué tomártelo demasiado en serio. Entre
otras cosas porque la «seriedad» no suele ser una señal inequívoca de sabiduría,
como creen los pelmazos: la inteligencia debe saber reír... Su tema, en cambio, harás
bien en no pasarlo por alto: trata de lo que puedes hacer con tu vida y si eso no te
interesa, ya no sé lo que puede interesarte. ¿Cómo vivir del mejor modo posible? Esta
pregunta me resulta mucho más sustanciosa que otras aparentemente más tremendas:
«¿Tiene sentido la vida? ¿Merece la pena vivir? ¿Hay vida después de la muerte?»
Mira, la vida tiene sentido y sentido único; va hacia adelante, no hay moviola, no se
repiten las jugadas ni suelen poder corregirse. Por eso hay que reflexionar sobre lo
que uno quiere y fijarse en lo que se hace. Después... guardar siempre el ánimo ante
los fallos, porque la suerte también juega y a nadie se le deja acertar en todas las
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