Investigación sobre los principios de la moral).
Capítulo IV
DATE LA BUENA VIDA
¿Qué pretendo decirte poniendo un «haz lo que quieras» como lema
fundamental de esa ética hacia la que vamos tanteando? Pues sencillamente (aunque
luego resultará que no es tan sencillo, me temo) que hay que dejarse de órdenes y
costumbres de premios y castigos, en una palabra de cuanto quiere dirigirte desde
fuera, y que tienes que plantearte todo este asunto desde ti mismo, desde el fuero
interno de tu voluntad. No le preguntes a nadie qué es lo que debes hacer con tu vida:
Pregúntatelo a ti mismo. Si deseas saber en qué puedes emplear mejor tu libertad, no
la pierdas poniéndote ya desde el principio al servicio de otro o de otros, por buenos,
sabios y respetables que sean: interroga sobre el uso de tu libertad... a la libertad
misma.
Claro, como eres chico listo puede que te estés dando ya cuenta de que aquí
hay una cierta contradicción. Si te digo «haz lo que quieras» parece que te estoy
dando de todas formas una orden, «haz eso y no lo otro», aunque sea la orden de que
actúes libremente. ¡Vaya orden más complicada, cuando se la examina de cerca! Si la
cumples, la desobedeces (porque no haces lo que eres, sino lo que quiero yo que te
lo mando), si la desobedeces, la cumples (porque haces lo que tú quieres en lugar de
lo que yo te mando... ¡Pero eso es precisamente lo que te estoy mandando!). Créeme,
no pretendo meterte en un rompecabezas como los que aparecen en la sección de
pasatiempos de los periódicos. Aunque procure decirte todo esto sonriendo para que
no nos aburramos más de lo debido, el asunto es serio: no se trata de pasar el tiempo,
sino de vivirlo bien. La aparente contradicción que encierra ese «haz lo que
quieras»no es sino un reflejo del problema esencial de la libertad misma: a saber, que
no somos libres de no ser libres, que no tenemos más remedio que serlo. ¿Y si me
dices que ya está bien, que estás harto y que no quieres seguir siendo libre? ¿Y si
decides entregarte como esclavo al mejor postor o jurar que obedecerás en todo y para
siempre a tal o cual tirano? Pues lo harás porque quieres, en uso de tu libertad y
aunque obedezcas a otro o te dejes llevar por la masa seguirás actuando tal como
prefieres: no renunciarás a elegir, sino que habrás elegido no elegir por ti mismo. Por
eso un filósofo francés de nuestro siglo, Jean-Paul Sartre, dijo que «estamos
condenados a la libertad». Para esa condena no hay indulto que valga...
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