"La vida y la muerte son hermanas,
y anhelan encontrarse." édgar pico
El tiempo de la charla va pasando; algunas personas entran a la bodega, lo saludan, se preparan un café y se van. Mientras tanto, Édgar se levanta de la silla, camina hacia una esquina y trae de allí un instrumento -supongo- en madera. ¿Lo conoce? -me pregunta- Mi expresión facial hace que su pregunta sea retórica y, por eso, él mismo se contesta: -Este es un didgeridoo, una caña hueca que produce el sonido de rotación y traslación de los cuerpos en el universo. Pertenece a la cultura australiana-.
Audio 4. Sonido del didgeridoo
Cuando terminó de contarme la historia, le pregunté si esta ha sido su religión, su creencia y su estilo de vida siempre. Él, llevándose sus manos al mentón, respondió que creció en una familia católica pero que desde niño siempre fue muy inquieto, por eso perteneció a múltiples sectas y religiones, hasta que terminó en su creencia real que es Jesucristo. -Para mí Jesucristo es más que religión. Lo cultural es mi forma de vida, lo que me apasiona, lo que amo hacer; pero Jesucristo es en quien creo, confío y a quien le oro. No estoy de acuerdo con el sincretismo o con unificar dos cosas en una-.
Miro el reloj y van cerca de dos horas de charla; hemos hablado casi que de forma general sobre su vida y sus historias. Perfectamente se podría redactar un libro de todas las veces que ha muerto y ha vuelto a nacer, porque para Édgar cada día es una nueva oportunidad de vida, pero al llegar la noche y con ella el sueño, esta acaba. Para él, el futuro no existe; por eso no planea, simplemente vive y agradece a su Dios que le haya permitido iniciar una nueva travesía cada mañana. Se levanta a las 4:00 a.m. y se acuesta a las 8:00 p.m.
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