// SIN PALABRAS
RALLYE PRINCESA DE ASTURIAS 2016
Esta no va a ser una crónica al uso. No lo suelen ser las mías, ya sabéis. Pero esta vez aún menos. Será un viaje al interior de mi cabeza. Acompañadme, la
puerta está abierta.
A veces es mejor dejar que el silencio se explique, y si él no lo hace dejar que sea la música.
Domingo por la mañana, post rally, camino de pasar un rato con nuestro equipo, solo en el coche, tras pasar una mala noche por las molestias del golpe,
tuve media hora para dejar que la música se explicara, o mejor dicho, me explicara. Lo hizo de la mano del gran Sergio Zurutuza, un músico tan brillante
como desconocido, y su obra “Luz Negra” en el que se incluye el tema “Sin Palabras”. Porque, en ocasiones, éstas son redundantes, y en ese momento lo
eran.
Los primeros nu eve minutos del magno tema del compositor donostiarra (dura unos 30), me trasladaron al momento del accidente. La misma inquietud, esa
sensación perturbadora y desagradable. Pero en ese momento el tema cambia, y comienza la parte central, con coros, y lo hace para explicarme por qué
todo esto. Por qué mis dolores, por qué el brazo en cabestrillo de Borja, por qué nuestro ritmo flat out, por qué nuestro ansia: no hay que darle más vueltas,
es lo que somos, es lo que hacemos, y es como lo hacemos. Para esto Borja y yo estamos donde estamos.
Y a la vez que los coros seguían cantando el estribillo (Sol, Mi Mi Sol, Mi Mi Sol, Mi Mi La) en mi cabeza escuchaba meridianamente claro: ‘esto es, para esto
estáis aquí, para no dar nada por perdido, para seguir llevando el coche un paso más allá, para intentar estar donde los demás no llegan o no intentarían
llegar, para dejar a nuestra marca en la memoria de la gente cuando recuerden su día de rally, para intentar, al fin y al cabo, demostrar que estamos listos
para tomar tierra en la luna si alguien nos deja una nave Apollo’
Y cuando la música de Zurutuza me explicó todo esto, comprendí que todo había valido la pena.
Por supuesto es un error haber chocado, por supuesto. De tontos hacerlo otra vez cerca de casa, de muy tontos. Y acepto las críticas de quienes consideren
que no debería haber ocurrido. Pero también he visto en este rally a la afición llevarnos en volandas, entregadas con quienes consideran que no se van
guardando nada en pos de la efímera gloria que un día así nos podía traer. Pero es lo que somos, y esa es la clase de pilotos que nosotros queremos ser.
Borja y yo tenemos claro que es lo que teníamos que hacer. El Príncipe es ese rally en el que, a veces, consigues estirar la mano y alcanzar aquello que nunca
está a tu alcance (así ha sido para mí en muchas ocasiones). Pero intentar eso tiene un precio, y los que nos habéis visto pasar sabéis que los dos tripulantes
del Adam dorsal 4 estaban perfectamente mentalizados para asumirlo.
Tengo 40 años. Y estoy orgulloso. No de conducir mejor o peor, no de haber ganado tal o cual cosa, sino de aún salir a un rally con ganas de comerme el
mundo y a cualquiera que se ponga por delante. Evidentemente la situación del campeonato después de llevar cuatro victorias seguidas nos permitía salir
a buscar nuevas metas, y hemos perdido un resultado y gastado un par de cajas de Paracetamol. Pero me hubiera dolido mucho más haber perdido la Raza
que tuve pilotando. Eso, como habéis podido ver, no sólo en este rally, sino todo el año, aún no ha pasado.
El rally ha caído en casa, Angel ha recogido con toda justicia y merecimiento lo que, los que no hemos sido capaces de llegar a meta, hemos dejado. Bien
por él, lo merecía.
Ahora hagamos una reflexión: durante este rally 10 participantes hemos acabado en el hospital, todos leves afortunadamente (como es habitual), excepto
Andrea, que estoy seguro que será leve ya mismo. Pensemos en ello, y pensemos con qué facilidad en ocasiones gente de todo tipo que nunca se puso el
casco juzga y critica. A todas las partes implicadas en este deporte, desde federaciones, organizaciones, aficionados, equipos, prensa, etc, les pido que
recuerden esto, y actúen siempre con RESPETO hacia los que ponemos el esternón detrás del arnés. Los buenos y los menos buenos, los oficiales y los
privados, los nacionales o los regionales, rápidos o lentos, porque os aseguro que los muros están igual de duros para todos nosotros.