Las venas de la sierra
Las principales corrientes de la sierra nacen
como pequeños arroyos en las partes altas y
corren cargados con agua fría y limpia. Allá
arriba, cobijados por coníferas y encinos, en
algunos tramos sobreviven los ajolotes o
monstruos de agua (Ambystoma velasci), increíbles anfibios que pasan su vida en estado
embrionario. Su presencia indica calidad y
pureza de agua. Más abajo, corpulentos sabinos, elegantes álamos de troncos blancos y
esbeltos sauces forman bosques ribereños
que, con sus raíces, detienen bancos y márgenes, aminoran la velocidad del agua y permiten que 27 especies de peces, además de
acamayas y acociles endémicos puedan vivir,
acompañados de los coros de ranas que dan
un ritmo y sonido especial a la noche.
La gran cordillera que se extiende al este,
desde el río Moctezuma al Santa María como
balcón a la Huasteca, aún en su mayor parte
cubierta de selvas, bosques templados y de
niebla, es donde aún encuentran cobijo las
seis especies de felinos de nuestro país –del
poderoso jaguar a los pumas y margays–, los
amenazados hocofaisanes y los endémicos
chivizcoyos, que prefieren los bosques de
niebla como hogar.
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