Especies 2-16 julio-septiembre 2016 | Page 13

Con una compleja vida social, una pareja de pericos verdes es sorprendida en una larga sesión de acicalamiento y regurgitación de frutos del bosque cada vez menos comunes debido al cambio climático, que a su vez ha dado rienda suelta a las plagas forestales. Vitales para nuestro bienestar, estos bosques ubicados en las cabeceras de cuenca recargan agua en los mantos freáticos que alimentan a las principales corrientes de la sierra, como el río Extóraz, el Escanela, el Ayutla y el Concá, que acaban llevando el aporte queretano al poderoso Pánuco. Los fuestes con luz propia En los valles intermontanos que dominan las partes bajas de la Sierra Gorda, como los de Jalpan y Concá, y los profundos cañones de los ríos Santa María y Moctezuma, el trópico se enseñorea con las leguminosas dominando el dosel, las higueras ahorcando a otros árboles o aferrándose a las rocas y las chacas o burseras reluciendo gracias a su corteza brillante y lisa. Donde las calizas reinan, cactáceas columnares forman colonias únicas. Rectas y paralelas, ofrecen sus flores por unas noches esperando ser polinizadas por murciélagos nectarívoros. Durante la sequía, conteniendo el aliento y soportando las altas temperaturas, los árboles de las selvas bajas permanecen sin hojas, mientras miles de chicharras aturden con su coro anual tras su larga existencia bajo tierra. Cuando las lluvias finalmente llegan, verdes tímidos van tiñendo el dosel y, en unas pocas semanas, se enseñorean y pasan a un verde intenso, en un ciclo anual al que los árboles están perfectamente adaptados. EN LA SEQUÍA, LOS ÁRBOLES DE LAS SELVAS BAJAS PERMANECEN SIN HOJAS 11