M e agradeció con la misma
sonrisa y no se movió. Me senté
al lado de él. No quería hablar. Y
no era necesario.
S
e guía lloviendo, no era
nadie en la calle y solo
oímos algunos sonidos
por la ventana. Paul ni se
movió ni dijo nada. No se
si le significaba algo a él mi
presencia pero por algo sentí
que si. Cuando volví a casa a
mi puesto le vi por la ventana.
No se cambió y no toco el té.
Así nos conocimos con Pául.
Venía cada Sábado. Y todo repetía
pero él me daba una sonrisa más
porque recordaba su nombre.
N
o se que pasó en su
vida y tengo miedo
de preguntarlo. Tengo
miedo de volver ahí en un año
y verle en el mismo banco
en los mismos pantalones.
O no tengo miedo; es muy
complicado, es su mundo
en su cabeza. Parece que
esta muy tranquilo que no
molesta a nadie y que nadie
toca a él. Puede ser que así sea
mejor para él que cambiar la
vida y convertirse a alguien
que convenga a la sociedad
y perder esta sonrisa de
ingenuidad.