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4. El aula inclusiva Reconocer la diversidad, que siempre está presente en el aula, es el primer paso para generar un aula incluyente, donde todos los alum- nos se sientan cómodos para participar, disentir, dialogar y construir aprendizajes y acuerdos; enriqueciendo con ello las oportunidades de aprendizaje del grupo. Esta es la base mínima necesaria que per- mitirá avanzar hacia el ideal de una educación crítica, significativa y participativa del que tanto se habla y que no puede realizarse como logro individual; se trata necesariamente de un proceso colectivo, amplio y congruente con la naturaleza social y humanista de la edu- cación. El clima del salón inclusivo No basta con decir o llamar a un salón “inclusivo” para que realmen- te lo sea. No es una cuestión de nombre, sino de lo que ocurre en él. Algunos autores señalan aspectos importantes para que el salón pueda considerarse inclusivo: 1.- Los alumnos necesitan creer que pueden aprender y que ese conocimiento es útil, relevante y significativo para ellos. 2.- Que se les van a exigir esfuerzos dentro de sus posibilidades, aprendizajes que pueden lograr, tareas que puedan realizar con éxito. No es viable atender de forma individualizada a cada uno de los estudiantes de un salón, pero sí proponerles tareas cola- borativas o tareas diferenciadas para que las realicen en grupos homogéneos o heterogéneos. 3.- Saber que pertenecen a un grupo, que hay relaciones de aprecio y respeto mutuo, normas comunes y un sentido de co- munidad que es importante aprender, donde cada uno aporta y recibe de sus compañeros, desde sus posibilidades y limitaciones. 30