Después de 200 años de existencia de Honduras como estado independiente con una larga historia truncada por dictaduras, corrupción y asolapado por la pobreza y tras pasados casi 60 años de haber logrado en el año de 1957 que las mujeres hondureñas pudieran votar por primera vez, es hasta la actualidad en pleno siglo XXI, que se elige por primera vez una mujer como mandataria de Estado.
Su nombre es Xiomara Castro y con ella la historia se marca por varios hitos importantes: regresa la izquierda al poder tras 12 años de gobierno conservador y se traza el fin de dominio del bipartidismo, se convierte en la candidata presidencial más votada en la historia de nuestro país con más del 50% de votos a su favor y, además, es simbólico que el país sea encabezado por una representación femenina antes que Estados Unidos, por considerarse el país más poderoso del mundo.
Sin embargo, varios le ceden su victoria contundente al profundo desencanto de los hondureños por los desgastados partidos tradicionales caracterizados por los altos niveles de corrupción de su clase política. Durante la campaña de Xiomara prometió terminar con la corrupción, el narcotráfico y añadió que no fallará a las mujeres y que exigirá respeto para ellas.
De ahí surgen varias interrogantes; ¿está hablando entonces que será posible la implementación de la verdadera paridad de género, el respeto a la mujer y representación política femenina no solo en las instancias de poder sino en toda nuestra sociedad? ¿está hablando de feminismo de igualdad, feminismo marxista o neoliberal? Esto es importante porque realmente queremos una Hillary Clinton en nuestro país?
Clinton ha sido duramente criticada por parte de los colegas progresistas de su partido y así como también del movimiento feminista, a pesar de considerarse feminista durante toda su vida, es acusada por preocuparse por mujeres blancas de clase alta y olvidar a las desfavorecidas. En otras palabras, solo exige mayor participación de la mujer en puestos de poder (feminismo liberal).