Es una gran novedad encontrar que fue Dios quien acompañó
los procesos de liberación de pueblos no considerados elegidos.
Esto nos lleva a una reflexión. ¿El pueblo Mapuche necesitara
algún proceso de liberación? ¿Estarán sometidos a algún tipo de
cautiverio? Esto es un gran punto de inflexión que nos lleva a
pensar en la revelación de Dios en otras culturas y en los proce-
sos que el mismo realiza en los pueblos.
“Nuestras iglesias protestantes e históricas son de raigambre
migrante, ya que muchos de nuestros antepasados, líderes […]
eran extranjeros. Aún hoy, hay presencia importante de misione-
ros y misioneras y de liderazgo proveniente de otros países y
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culturas.”
En nuestra historia bautista chilena también se vivió el mismo
fenómeno. Somos herencia de migrantes americanos quienes
acudieron a un Chile que estuvo dispuesto a recibirles. Esto nos
Pueblos crucificados²
hace pensar que si el migrante era de piel blanca y de habla In-
La cuestión del conflicto Mapuche nos da una excusa para dar
una última mirada, esta vez desde la dimensión del “encargarse glesa estábamos como sociedad chilena abiertos al extranjero.
Hoy al parecer, son otros los criterios para el migrante pobre y
de la realidad” al concepto de “pueblo crucificado” propuesto
con un color de piel diferente. Mirar al pasado debería hacernos
por Ignacio Ellacuría³. ¿De qué manera hacer teología conside-
rando el dolor y el sufrimiento de tantas vidas humanas? El crite- pensar mejor el presente, y actuar para establecer un futuro
coherente con nuestra fe.
rio de reflexión teológica en este ámbito concreto, es el Jesús
crucificado que está unido indisociablemente al pueblo crucifica- Aporofobia.
do.
Uno de los temas a reflexionar es el hecho de que parte de la
De acuerdo a las palabras de Ellacuría el pueblo crucificado “no sociedad chilena no necesariamente está en contra del migran-
tiene publicidad, no se le conoce. Se hace todo lo posible para
te, sino de la situación económica de este. Algunos hablan de
ocultarlo, para que no perturbe nuestra tranquilidad occidental y aporobia, que es la fobia al pobre. Tal es el caso del migrante
burguesa 4 ”.
haitiano, estigmatizado como sujeto “pobre” y que además ha
Recordando el relato de Génesis podemos preguntarnos:
tenido que romper la barrera del idioma y de su raza.
¿Reconoceremos la voz de la sangre de Abel? Dice Espinoza:
“Quizás Ellacuría nos diría hoy: Catrillanca se asoció al crucifica-
do de Nazaret.”
Movimientos migratorios
Actualmente hay 68 millones de personas desplazadas por la
fuerza, entre los que se incluyen 25 millones de refugiados, 3
millones de solicitantes de asilo y más de 40 millones de despla-
zados internos. Ante este panorama, la ONU ha pedido como
requisito indispensable tratar a los migrantes con dignidad.
Sin embargo, frente a esta solicitud de dignidad, ha sido chocan-
te una noticia en la que se relata que en los últimos días, migran-
tes mexicanos, en su mayoría niños y bebés, han sido marcados
con números, pintados en la piel de los brazos con rotulador, en
la Frontera de Juárez con Texas. La práctica ha generado contro-
versia porque recuerda los odiosos registros realizados por los
nazis en los campos de exterminio, donde a los judíos se les ta-
tuaba el número de detención en sus brazos.
Tras las cifras que ha dejado este año 2018, en el que alrededor
de 3.400 migrantes y refugiados han perdido la vida en todo el
mundo, y según un informe de Save the Children, las principales
víctimas son niños y niñas, destaca el caso de Jakelin, la niña
migrante guatemalteca de siete años que perdió la vida el pasa-
do 8 de diciembre tras un largo viaje atravesando el desierto.
Aunque nunca se nos borrará de la memoria la impactante ima-
gen del pequeño Aylan Kurdi, el niño refugiado sirio de tres años
cuyo cuerpo fue hallado sin vida en 2015 en las costas de Tur-
quía donde la embarcación en la que viajaba junto a sus padres y
su hermano naufragó.
Chile no ha estado ajeno a este fenómeno mundial, razón por el
cual nuestro simposio teológico del 2018 se hizo cargo de esta
temática y levanto una voz al respecto. Sin embargo, un aspecto
histórico interesante lo levanta la declaración del concilio de
Iglesias protestantes e históricas a este respecto, dice así:
Mirar al pasado a veces nos hace pensar mejor el presente,
y actuar para establecer un futuro coherente con nuestra fe.
Interculturalidad desde lo eclesial
En definitiva, ¿Cuál es el valor de la vida en un país que invierte
millones en gestionar el retorno de los haitianos a su lugar de
origen y en un grupo de reacción táctica para enfrentar una su-
puesta “violencia terrorista”? Tal vez, alguno pensara: “Ese no es
un tema de la Iglesia”.
¿Cuál es el valor que como Iglesia estaremos dando a los desa-
fíos que están presente en nuestro país? Una teología realmente
cristiana ha de ser puesta de cara a la realidad. Será una teología
que invite a una praxis coherente, dialogante con la cultura. Una
eclesiología con oídos abiertos a los distintos agentes sociales
que conforman nuestro amado Chile. Un país pluricultural.
Esto infiere ser una Iglesia abierta al dialogo. Renunciando a ser
poseedores exclusivos de la Verdad. Donde Jesús por siempre es
y será la verdad, pero que lo será ante los demás en la medida
que tengamos la misma actitud que Él demostró renunciando a
todo con el fin de salvar al ser humano. Es el Dios encarnado, en
la realidad humana. Es el Dios con nosotros.
Hoy más que nunca necesitamos una generación de cristianos
que no olvide que cada cultura trae una expresión, un rostro, de
cómo ser persona, de cómo ir siendo discípulo de Maestro. Un
Jesús que pastoree a un país que está de alguna manera vivien-
do “como ovejas que no tienen un pastor”. Tal vez de esa mane-
ra podamos vivir en un país más justo para todos.
Notas: 1.Am 9:7. 2.En este párrafo sigo la excelente nota de Juan Pablo Espinoza
Arce http://blog.cristianismeijusticia.net/2018/12/19/fe-historica-desde-una-
inteligencia-teologica-y-filosofica-notas-en-torno-a-ignacio-ellacuria 3.Idem.
4.Idem. 5. https://www.iglesialuterana.cl/carta-del-ciph-en-relacion-a-la-
decision-de-no-firmar-el-pacto-de-marruecos/