Y el señor le dijo a Moisés: Escucha; al principio de los tiempos hubo un
convenio entre Dios y el hombre y el Fuego Santo del Creador entró en él. Y él
se hizo Hijo de Dios y se le encomendó guardar su herencia del primogénito y
hacer fructífera la Tierra de su Padre y mantenerla Santa. Y él rechazó al
Creador de si mismo olvidándose su primogenitura, no existe error más doloroso
a los ojos de Dios.
Y el Señor habló diciendo: Unicamente los Hijos de la Luz pueden guardar los
mandamientos de la Ley. Escucha, pues te hablo así: las tablas que tu
quebraste, esas nunca mas serán escritas en las palabras de los hombres;
como tu las convertiste en tierra y fuego, así, ellas vivirán, invisibles, en los
corazones de aquellos que sean capaces de seguir su Ley.
A tu gente de poca fe, que erró contra el Creador, aún cuando estuvo en el
Lugar Santo delante de tu Dios, le daré otra Ley. Será una Ley severa, es mas,
le obligará, pues ellos no conocen todavía el Reino de la Luz.
Y Moisés guardó la Ley invisible dentro de su pecho y la llevó como señal a los
Hijos de la Luz. Y Dios le dio a Moisés la Ley escrita para el pueblo, y él bajó
donde ellos y les habló con un corazón fuerte.
Moisés dijo al pueblo: Estas son las leyes que vuestro Dios os ha dado:
No tendrás otro Dios fuera de Mi.
No harás para ti ninguna imagen esculpida.
No jurarás el nombre del Señor tu Dios en vano.
Recordarás el día sábado y lo guardarás como santo.
Honrarás a tu Padre y a tu Madre.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No levantarás falsos testimonios contra tu prójimo.
No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo,
ni nada que sea de tu prójimo.
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