Y uno de ellos dijo: Maestro, dinos ¿cuáles son las cosas que debemos
mantener como de gran valor y cuáles cosas debemos abandonar?
Y el Maestro les respondió diciendo: Todos los males que el hombre padece son
causados por las cosas externas a nosotros, pues lo que está dentro de
nosotros nunca puede hacernos padecer. Un niño se muere, una fortuna se
pierde, la casa y los sembrados se incendian y todos los hombres están
desamparados y claman; ¿Ahora qué haré? ¿Ahora qué sucederá? ¿Pasarán
estas cosas?
Estas son todas las palabras de los que se afligen y acongojan pos las cosas
que les suceden, cosas que no son de su arbitrio. Pero si nos lamentamos por
las cosas que no son de nuestra potestad, somos como el niño pequeño que
llora cuando el sol aparece en el firmamento. Se dijo desde la antigüedad, no
codiciarás los bienes de tu prójimo y ahora te digo, no desearás ninguna cosa
que no sea de tu potestad; pues sólo lo que hay dentro de ti te pertenece y lo
que está fuera de ti pertenece a otro. En esto reside la felicidad; en saber qué es
tuyo y qué no es lo tuyo.
Si deseas tener vida eterna, acógete a la eternidad que hay dentro de ti y no
permanezcas al amparo de los hombres del mundo, que guardan las semillas de
la muerte.
¿No está todo lo que sucede fuera de ti, fuera de tu dominio? Lo está y ¿tu
conocimiento de lo bueno y lo malo, no está dentro de ti? Lo está. ¿No está
pues, en tu poder, tratar de que todo transcurra a la Luz de la Sabiduría y el
Amor en lugar de la tristeza y el desespero? Lo está.
¿Algún hombre te puede impedir comportarte de este modo? Ningún hombre
puede. Entonces no clamarás: ¿Qué haré? ¿Qué me sucederá? ¿Pasarán estas
cosas? Pues cualquier cosa que ocurra tu la juzgarás a la Luz de la Sabiduría y
el Amor y verás todas las cosas con los ojos de los ángeles.
Pues sopesar tu felicidad de acuerdo con lo que te sucede, es vivir como un
esclavo. Y vivir de acuerdo con los ángeles que hablan contigo, es ser libre.
Vivirás en libertad como un verdadero Hijo de Dios e inclinarás la cabeza sólo a
los mandamientos de la Sagrada Ley.
En esta forma vivirás, para que cuando el Angel de la Muerte venga por ti,
puedas levantar tus manos a Dios y decir: Las comuniones que he recibido de
Ti, para el conocimiento de Tu Ley y el caminar por los senderos de los ángeles,
no las he desdeñado, no Te he deshonrado en mis acciones. Ved cómo he
utilizado el ojo que ve al interior, ¿alguna vez te he culpado? ¿He vociferado
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