Y cuando el sol esté alto en los cielos, entonces buscarás el Torrente Sagrado
del Sonido. En el calor del medio día, todas las criaturas están en silencio y
buscan la sombra; los ángeles de la Madre Tierra se quedan en silencio por un
momento. Entonces es cuando tu dejarás en tus oídos el Torrente Sagrado del
Sonido; porque éste sólo puede ser escuchado en silencio. Piensa en los
torrentes que han nacido en el desierto después de una tormenta repentina, y en
el sonido rugiente de las aguas conforme a su paso impetuoso.
Verdaderamente, esta es la Voz de Dios, ¡si sólo ustedes lo supieran!
Porque así está escrito, en el principio era el sonido y el sonido estaba con Dios,
y el sonido era Dios. Te digo en verdad, cuando nacemos entramos al mundo
con el sonido de Dios en nuestros oídos, e incluso con el canto del coro infinito
del cielo y el canto sagrado de las estrellas en sus rondas fijas; este es el
Torrente Sagrado del Sonido que atraviesa el firmamento de estrellas y cruza el
Reino infinito del Padre Celestial. Este está siempre en nuestros oídos, así
nosotros no lo escuchemos. Escuchad, entonces, en el silencio del medio día;
báñate en él, y deja que el ritmo de la música de Dios suene en tus oídos hasta
que seas uno con el Torrente Sagrado del Sonido.
Este fue el sonido que formó la Tierra y el mundo y dio origen a las montañas y
colocó las estrellas en sus tronos de gloria en los más altos cielos.
Y te bañarás en el Torrente del Sonido y la música de sus agua caerá sobre ti;
porque en el principio de los tiempos, de este modo, todos participamos en el
Torrente Sagrado del Sonido que le dio nacimiento a toda la creación.
Y el poderoso rugido del Torrente del Sonido llenará todo tu cuerpo, y te
estremecerás ante su fuerza. Entonces respira profundamente del Angel del Aire
y conviértete en el sonido mismo, para que el Torrente Sagrado del Sonido
pueda llevarte al reino infinito del Padre Celeste, allí donde el ritmo del mundo
asciende y desciende.
Y cuando la oscuridad suavemente cierre los ojos de los ángeles de la Madre
Tierra, entonces también dormirás, para que tu espíritu pueda unirse a los
ángeles incógnitos del Padre Celestial. Y en los momentos antes de dormir,
entonces pensarás en las relucientes y gloriosas estrellas, las blancas,
brillantes, lejanas y penetrantes estrellas. Porque tus pensamientos antes de
dormir son como el arco de un arquero experto, quien lanza la flecha donde él
quiere (N.E.: Ver el anexo E. "El Poder del Pensamiento"). Deja que tus
pensamientos estén con las estrellas antes de dormir; porque las estrellas son
luz, y el Padre Celestial es Luz, aún aquella Luz que es mil veces más brillante
que el esplendor de un millar de soles.
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