Y todas estas cosas vosotros las lleváis en vosotros mismos y por ésto las
palabras y el poder de Dios no descienden en vosotros. Porque toda clase de
males y abominaciones habitan en vuestro cuerpo y vuestro espíritu.
Si queréis que la palabra del Dios viviente penetre en vosotros, no manchéis ni
vuestro cuerpo ni vuestro espíritu. Porque el templo que es el cuerpo, es el
templo del espíritu y el espíritu es el templo de Dios. Purificad, por lo tanto el
templo para que el Señor del templo descienda y habite en un lugar digno de El.
CAPITULO VI.
Retiraos de todas las tentaciones de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu, que
vienen de Satanás y amparaos bajo la sombra del cielo de Dios. Convertios y
ayunad. Porque en verdad os digo, que Satanás y sus maldades sólo pueden
ser arrojados con oración y ayuno.
Idos y ayunad solos, y que tu ayuno no sea conocido por los hombres. El Dios
viviente lo verá y grande será vuestro galardón. Y ayunad hasta que Belcebú y
todos sus demonios se aparten de vos y todos los ángeles de la Madre Tierra
vengan y os sirvan. Porque en verdad os digo, sin ayuno no seréis jamás libres
del poder de Satanás y de todas las enfermedades que vienen de él.
Ayunad y orad con fervor buscando el poder del Dios viviente para vuestra
curación. Cuando ayunéis huid de los Hijos de los Hombres y buscad los
ángeles de nuestra Madre Tierra. Pues el que busca halla.
Buscad el aire fresco de las selvas y de los campos y en medio de ellos
encontrareis el An