comandar y servir a los ángeles continuamente, de período en período, en las
etapas del día y en su orden fijo, con la llegada de la Luz desde su fuente y en el
tornar de la noche y la ida de la luz, en la ida de las tinieblas y en el llegar del
día, continuamente, en todas las generaciones del tiempo.
La verdad es nacida de la Fuente de Luz, la falsedad del pozo de las tinieblas. El
dominio de todos los Hijos de la Verdad está en la manos de los ángeles de la
Luz de modo que ellos pueden caminar por los senderos de la Luz.
Bendiciones sobre todos los Hijos de la Luz que han hecho su suerte con la Ley,
para que caminen con certeza en todas direcciones. La Ley puede bendecirlos
con todo lo bueno y protegerlos de todo lo malo, e iluminar sus corazones con
percepción en las cosas de la vida y privilegiarles con el conocimiento de las
cosas eternas.
Y la luna creciente de la Paz descendió sobre la montaña y briznas de luz
relucieron sobre las aguas del río. Y los Hijos de la Luz se arrodillaron en
reverencia y acción de gracias por las palabras de Jesús, como El se los enseñó
en las formas antiguas de sus padres, aún como a Enoch le fue enseñado desde
antaño.
Y Jesús dijo: La Ley fue implantada para recompensar a los Hijos de la Luz con
curación y paz abundante, con larga vida, con semilla fértil de bendiciones
perdurables, con regocijo eterno en inmortalidad de Luz eterna.
Con el llegar del día, abrazo a mi Madre, con el llegar de la noche me uno a mi
Padre y con la ida de la noche y la mañana respiraré Su Ley y no interrumpiré
estas comuniones hasta el fin del tiempo.
EL DON DE LA VIDA EN EL HUMILDE PASTO.
Esto fue en el mes de Thebet, cuando la tierra fue cubierta con retoños de pasto
joven, después de las lluvias, y la cubierta de verde esmeralda era delicada
como el fino plumón de un pollito.
Y esto ocurrió en una brillante mañana llena de sol; Jesús reunió los nuevos
hermanos del círculo de los Elegidos alrededor de El, para que ellos pudieran
escuchar con sus oídos y entender con sus corazones las enseñanzas de sus
padres, incluso como le fue enseñado a Enoch desde antaño.
Y Jesús se sentó bajo un nudoso y antiguo árbol, sosteniendo en sus manos
una pequeña olla de barro y en la olla creciendo un pasto tierno de trigo, la más
perfecta hierba entre todas las semillas productivas. Y el pasto tierno de la olla
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