-Quédese aquí, no se mueva.
El oficial Fuentes los buscó por todos lados y en-
contró a Pablo en un armario. Él tenía una máscara
de tigre puesta, por eso no le pudo ver la cara. Los
dos apuntaron sus armas y otro asesino apareció de-
trás a cinco metros del oficial Fuentes y disparó. El
oficial Fuentes se agachó directamente y le bala se
metió en el hombro derecho de Pablo. Carlos tam-
bién tenía una máscara puesta, pero de conejo. Pablo
no murió, pero se cayó al suelo sin tener tanta fuerza
para disparar. Carlos quiso disparar de vuelta pero
no tenía balas y decidió escaparse por la ventana. El
oficial Fuentes no le pudo disparar porque se escapó
rápido. Pablo fue arrestado y le llevaron a la estación
de policía. Antes de salir, el oficial Fuentes dijo.
-No se preocupe, encontré a uno de los asesinos.
Son dos. ¿Qué va a hacer ahora?
-Voy a llevar comida a mi hijo.
-¿Sobrevivieron?
-Solamente mi hijo menor, Marcos.
-Yo le llevo. ¿A dónde?
-Al hospital Fernández, muchas gracias. ¿Y el
asesino?
-Él estará en la jaula.
Nadie habló en el auto y de repente Pablo habló.
-Che, me parece que son una buena pareja.
-¡Cállate imbécil!—gritó el oficial Fuentes.