También quiero saber que ella no está al borde de la locura, escuchando cosas que crees inciertas, pero escucharlo constantemente te martillea la cabeza hasta querer gritar. Pero yo no soy capaz de gritar, lo intento, pero es como si nunca hubiera hablado, como si jamás hubiera usado mi voz. En algunos momentos me pregunto ¿ qué es lo que estaré pagando? Y busco respuesta, pero con lo único con lo que me encuentro son recuerdos de Juconda.
Jamás creí extrañar tanto mi cotidianidad. Nunca hubiera pasado por mi mente querer ver a todos los que miran a Juconda. Extraño de sobre manera leer sus cuentos y poemas de entre todos. Y que ella en las noches recitara los míos. Siempre creí que la soledad me daría la calma de un lago. Pero ahora sé que no, me da un mar de turbulentas olas de pensamientos. Al hablar de la soledad no me refería a esto, sino me imaginaba una isla desierta.
Ahora tras toda esta experiencia sé que se debe tener cuidado con lo que se desea, porque el destino algunas veces te lo da tal cual lo imaginaste. Como cuando tras conocer a Juconda deseé que mi amor fuera correspondido, y así fue. Pero otras veces el destino cumple los deseos de manera que quisieras jamás haber pedido nada.
Me duele todo, no solo el cuerpo, sino también el alma, la mente y el corazón. Hago un último esfuerzo con mis últimas reservas desesperando por lograr hacer algo. Lo intento una última vez y con un chasquido que suena dentro y fuera de mi cabeza sé que por fin me deshago de mis cadenas, intento moverme más allá del metro, pero mi cuerpo no reacciona. Sé que estoy al final de la línea, que en cualquier momento voy a desfallecer, pero voy a resistir hasta salvar a Juconda, lo lograré, ella merece mi mejor esfuerzo. Justo ahora escucho su voz leyendo algo que suena incomprensible y siento sus brazos alrededor de mí. Lo único y último que entiendo de su voz es“ desconéctenlo, no puedo con todo este sufrimiento por más tiempo”. Si deseé volverla a oír recitar, estar entre sus brazos una última vez, como lo supuse, ahora quiero jamás haber deseado nada. Y sin más, en este momento todo acaba para mí.