El Zaraguato Septiembre-Noviembre 2016 | Page 20

Reflexión sobre la muerte. Más de una vez nos hemos preguntado qué es la muerte, como individuos y como humanidad, es una pregunta que aún no sabemos responder cabalmente. Las primeras religiones trataron de explicarla y aún ahora en pleno siglo XXI, no sabemos qué decir sobre ella. Para varias religiones antiguas la muerte era un cambio de estado, del estado material y físico a uno inmaterial y espiritual que permitía convivir al alma con los seres queridos. Fusionarse con los animales o con la naturaleza y ahí ayudar o entorpecer al hombre vivo. El hombre podía deificarse mediante la muerte. Tenemos muchos ejemplos de cómo gobernantes podía convertirse en dioses después de su muerte o adquirir mayor poder después de ésta. Cómo los guerreros de varios pueblos que adquirían una muerte honrosa en el más allá al morir en el campo de batalla. Incluso los pu eblos indígenas mesoamericanos tenían esa concepción de la muerte. También nace la angustia ante ella, la imposibilidad de poder evitarla, este anhelo por la inmortalidad aparece desde tiempos remotos, ahí tenemos a un Gilgamesh buscando la inmortalidad que nunca puede hacer suya. En la Edad Media la vida es transición, pasó de prueba necesaria y reglamentaria para la vida eterna, es entonces la muerte la encargada de liberar al alma o espíritu apresado en el cuerpo material y terrenal. La muerte libera y permite fluir a estados más evolucionados y religiosamente hablando esperados e infinitos. Es la constante de vivir sin vivir en si como lo dijera Santa Teresa de Jesús o es el encuentro amoroso del creador con el alma liberada como lo expresara San Juan de la Cruz en sus canciones del alma. Pero el hombre, la humanidad evoluciona y persigue lo tangible, lo que se puede confirmar o ratificar mediante la evidencia, así que ese pensamiento místico queda atrás y es la muerte en la edad moderna marca el fin de placeres, goces, dolores y agonías que la vida te proporciona, no te promete nada, solo es el fin de algo que desde su inicio se sabía finito y perecedero. Lo único seguro que se tiene en el momento de nacer es la muerte, se desconoce la hora de su llegada, pero eso es lo único que se tiene por seguro. Carpe Diem, porque la vida es solo una y no se repite jamás. La ciencia entonces trata de explicar, medir, registrar y establecer leyes o por lo menos hipótesis válidas. Se pesan los cuerpos moribundos y los cuerpos muertos, se deja a la intemperie los cuerpos para conocer su putrefacción, se busca reemplazar órganos para prologar la vida, clonarse, jugar a dioses.