El Zaraguato Diciembre-Febrero 2017 | Page 7

Divide al alma en tres partes: el Yo, el Ello y el Superello, siendo el Yo la parte racional que intenta satisfacer nuestros deseos por medio de soluciones sensatas y posibles, el Ello, esa fracción de nosotros que es puro instinto egoísta, deseos y anhelos, sin ninguna clase consideraciones, y finalmente el Superello, la parte de la moralidad que nos contiene, quién evalúa una situación y dirá si es correcto o no. Es simple. El Yo funge como perfecto mediador entre ambos polos. El ello propondrá un deseo y el Superello lo colocará en la balanza del“ bien” o el“ mal”, respondiendo a cuestiones sobre todo éticas.
Digamos que, para Freud, el instinto amoroso y sexual del Ello se verá atraído hacia un individuo. En ese momento el Yo buscará conseguir al individuo y el Superello analizará al sujeto para descartar cualquier falta a la moral, por ejemplo.
Siguiendo este camino, establece que el secreto para una relación exitosa es jugar con nuestro Yo y el Ello.
Conquistaremos por medio del Yo siendo maduros, racionales, buenos conversadores y cultos. La pasión, la seguridad en sí mismo y la seducción vendrán de eso que el instinto mueve, el Ello.
Enamora el Yo y el Ello de quien te atraiga y tienes el éxito en la palma de la mano. Todos buscamos ese espíritu aguerrido, pero también a las personas sensatas. El perfecto equilibrio de lo que en una relación buscamos.
Gracias, Freud.