A mí siempre me ha sido sin mesura grato decir lo que me venga a la boca y prefiero, a veces pensar en el gozo común de tan amables recuerdos que he dejado, entre los cuales tú ocupas el primer lugar. He pensado también que tu existencia me ha hecho rozar accidentalmente con el mundo, con lo verdadero y con el amor, que es la pieza de nuestras vivas acciones, y abunda en mi favor que ante estas divagaciones me libere un poco de mis míseras preocupaciones o al menos porque existen divagaciones tan profundas, divagaciones que nos ayudan a descender tan profundamente en nosotros, que nos desprenden de nuestra historia y de nuestro nombre.
Esas divagaciones de hoy, me devulven a mis soledades primeras y es así que después de la soledad, una tiene la dicha de divagar, que será más tarde el amor de los poetas.
Existen divagaciones que podrían ayudarnos a devolvernos todos los privilegios de la imaginación, otras que pretenden defender la permanencia del alma con la que volveremos a encontrar la infancia.
Mi divagación has sido tú, mi soledad liberadora, me has liberado de mi memoria que pareciera ser más un campo de ruinas.
Y ahora, si alguien se interesa en mis digavaciones eres tú y no te las ocultaré; no es raro aunque a este modo tú seas feliz y no tiene nada de malo ni de inepto porque el amor ha comenzado a empaparnos.