Buenos Aires, quien compró las tierras,
al gobierno de la república en 1833 para
instalar un saladero, cosa que fue decisiva
en el desarrollo económico de la zona ya
que otros vecinos también comenzaron a
explotar tierras en ese paraje, antes casi
desierto. Se cree que dicho saladero es-
tuvo emplazado en un viejo fortín español,
en el cruce de las actuales calles Ellauri y
Tabaré, que en sus últimos tiempos sirvió
como estación del tranvía del Este.
Solo en 1872, Punta Carretas se incorpora
al nomenclátor cotidiano y familiar de los
montevideanos. Quizá haya influido en la
actual denominación el recuerdo del trán-
sito rechinante de lentas carretas que
visitaban el saladero de Tort, en aquellas
soledades. Matías Tort integró; junto
a varias personalidades la “Sociedad de
Agricultura”, creada para perfeccionar
los métodos de cultivo del país. También
participó de la Cámara de Representantes,
siendo legislador por Cerro Largo, Mon-
tevideo, y Colonia, en distintos periodos.
Hacia 1874 Don Luis De La Torre cultivaba
uvas en su quinta de Punta Carretas y tie-
ne la idea de crear la Asociación Rural del
Uruguay, de cuya Comisión Directiva fue
su Presidente.
La Punta Brava, con su bravura, seguía
acechando a las embarcaciones y se hacía
necesario indicar a los marinos y nave-
gantes de sus peligros. Por ley del 13 de
julio de 1875, el Gobierno dispone erigir
un faro en Punta Carretas, que los vecinos
bautizaron con el nombre de “La Farola”.
La licitación fue ganada por la firma Costa
y Compañía, que luego de realizada la obra
explotaría los servicios, recibiendo un
pago mensual de $300.- El Faro tiene 21
metros de altura y un alcance lumínico de
15 millas, cumpliendo una función funda-
mental para la navegación en la zona.
Antigua foto del Faro de Punta Carretas
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