siendo la delicia de los bailarines, pero hay otras
versiones cantadas o instrumentadas muy bue-
nas. Aquí y en todo el mundo, en donde haya un
recital de tango, la sola enunciación del nombre
La Cumparsita, ya produce una expectativa de
obra que es apreciada más allá de fronteras de
cualquier índole.
“Creo que nunca pude hacer otro tango igual,
más adelante compuse otros tangos y otras músi-
cas, algunas quizás mejores, pero La Cumparsita
encierra un mundo de ilusiones y de tristezas,
de sueños y nostalgias, que solo se viven a los
veinte años. Fue un momento mágico y mágico,
también, fue su destino.
Horacio Ferrer ha dicho, que tal vez no sea
el mejor de los tangos, pero si es el más magné-
tico y ese magnetismo ha sembrado entre los in-
térpretes una eventualidad virtualmente infinita.
Las características del tango ha provocado entre
orquestadores y arregladores, siempre la posibi-
lidad inacabada de hacer una versión propia de
La Cumparsita. Piazzola ha realizado cuatro, una
en Estados Unidos, otra con su orquesta típica y
dos con su orquesta de cuerdas, Troilo hizo una
versión realmente monumental con orquestación
de Astor Piazzola y un solo de bandoneón final
que es realmente notable,
Darienzo hizo una versión que fue y sigue
Existen muchas versiones sobre la fecha que
en realidad se escribió el tango y también mu-
chos músicos que se arroban el derecho a decir
que fueron ellos los que plasmaron el tango sobre
el pentagrama. Muchos misterios que a cien años
de vida aún no se develaron, pero el tango sigue
tan vital como en el momento de su creación. La
Cumparsita es un tango, siempre lo fue y nació
como tal, nunca fue una marchita como alguna
vez dijo el historiador Francisco García Gimé-
nez. Aunque no era su tango preferido, ya que,
él siempre prefirió a “Che Papusa Oí”. Gerardo
Matos Rodríguez siempre dijo que él quiso com-
poner un tango bien negrero, que es una especie
de tango medio mezclado con milonga.
Cien años del tango, cien años de historia, de
idas y venidas, de discusiones y pleitos, algunos
aclarados otros no. Cien años de misterios que le
dieron fama y trascendencia a un joven estudian-
te de arquitectura montevideano, que con su bo-
hemia, también, hizo famoso a un tango que nos
enorgullece, a todos los uruguayos y que segura-
mente dentro de los próximos cien años seguirá
con sus misterios, pero seguramente las nuevas
generaciones de músicos, también querrán tener
su propia versión más moderna y embellecida,
soñando con creer que la suya será la mejor.
Al tango de los tangos, “La Cumparsita,”
¡Salú!, porque como dijo Celedonio Flores,
“Este tango habla por mi” ... y por todos
los uruguayos.
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