Una vez estrenado el tango tiene tan buena
repercusión que Matos Rodríguez consigue ven-
derle los derechos a Breyer Hnos., representante
de la firma Ricordi en la Argentina, quien paga
por el mismo, 10 veces más de lo que se acos-
tumbraba pagar por un tango en esa época, Sin
embargo mucho no le dura al Becho esa pequeña
fortuna, ya que la pierde, por una cabeza, en las
patas de “un tungo roncador” en el hipódromo
de Maroñas.
Hasta 1924 La Cumparsita es un tango
solo instrumental y totalmente olvidado.
Las orquestas no lo ejecutaban ya que, por
ese entonces, acompañaban el auge del
tango-canción. En junio de ese año, Pas-
cual Contursi, estrena una obra de teatro
y decide incluir el tango La Cumparsita,
con letra propia y de Enrique Maroni, cuyos
versos comienzan así: “Si supieras, que aun
dentro de mi alma” y es cantada por prime-
ra vez por el cantor Juan Ferrari.
La obra de teatro no tuvo mucha tras-
cendencia, pero el tango tuvo un éxito ines-
perado y recibió el espaldarazo total cuan-
do lo canta y graba, para Odeón, Carlos
Gardel con las guitarras de Ricardo y Bar-
bieri, y es ahí que son redescubiertos sus
valores musicales.
En el año 1917, Matos Rodríguez no produce
casi nada, solo compone un tango más, Raspail
(El caballo de oro) y la marcha Catorce de enero.
En el año 1924 viaja a Paris para cubrir, como
periodista, los Juegos Olímpicos. Allí se entera
por Canaro, del éxito de la Cumparsita en Buenos
Aires, y decide recurrir a un abogado uruguayo
para llevar adelante acciones legales para des-
hacer la venta a Breyer Hnos. y prohibir que se
tocara La Cumparsita con letras o versos que no
fueran los que el mismo había firmado como de
su autoría.
Entonces nace la nueva letra, cuyos
versos comienzan así: “La cumparsa, de mi-
seria sin fin desfila”… Esta letra fue llevada
al disco por el cantor Roberto Díaz con la
orquesta Los Provincianos, aunque no tiene
mayor relevancia.
Muerto Pascual Contursi, su viuda inicia ac-
ciones legales por daños y perjuicios contra Ma-
tos Rodríguez, por reconocimiento de coautores
de la obra en cuestión. El larguísimo pleito se
resolvió cuando también Matos Rodríguez había
muerto, quedando zanjadas las cuestiones referi-
das a los porcentajes por derechos, en 80% para
Matos Rodríguez y 20% para Pascual Contursi.
También se determinó que en futuras ediciones
de La Cumparsita debían registrarse, sólo, las dos
letras referidas, con exclusión a las de cualquier
otro autor.
Esta última previsión del laudo arbitral hace
suponer que hay otras letras compuestas para
este tango y efectivamente es así, existen al me-
nos dos letras más y presumiblemente una terce-
ra compuestas para ser adosadas a la música del
Becho. La más antigua pertenece a Alejandro del
Campo, fue publicada por “El Alma que Canta” en
1926 y se supone que es la primera letra escrita
por encargo del autor, ante la tardanza de Víctor
Soliño a quien le habría hecho el encargo origi-
nalmente. También en “El Alma que Canta” en el
año 1957 se hace referencia a la primera letra
del tango La Cumparsita, escrita por el poeta y
hombre de teatro Augusto Mario Delfino.
Ni una ni otra letra tuvieron éxito ni fueron
cantadas o llevadas al disco por intérprete algu-
no. Ambas se refieren a una comparsa carnava-
lera con versos evocativos de los días de la ju-
ventud. En realidad todas las letras conocidas,
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