El Uru Revista nº 39 | Page 7

Una vez estrenado el tango tiene tan buena repercusión que Matos Rodríguez consigue ven- derle los derechos a Breyer Hnos., representante de la firma Ricordi en la Argentina, quien paga por el mismo, 10 veces más de lo que se acos- tumbraba pagar por un tango en esa época, Sin embargo mucho no le dura al Becho esa pequeña fortuna, ya que la pierde, por una cabeza, en las patas de “un tungo roncador” en el hipódromo de Maroñas. Hasta 1924 La Cumparsita es un tango solo instrumental y totalmente olvidado. Las orquestas no lo ejecutaban ya que, por ese entonces, acompañaban el auge del tango-canción. En junio de ese año, Pas- cual Contursi, estrena una obra de teatro y decide incluir el tango La Cumparsita, con letra propia y de Enrique Maroni, cuyos versos comienzan así: “Si supieras, que aun dentro de mi alma” y es cantada por prime- ra vez por el cantor Juan Ferrari. La obra de teatro no tuvo mucha tras- cendencia, pero el tango tuvo un éxito ines- perado y recibió el espaldarazo total cuan- do lo canta y graba, para Odeón, Carlos Gardel con las guitarras de Ricardo y Bar- bieri, y es ahí que son redescubiertos sus valores musicales. En el año 1917, Matos Rodríguez no produce casi nada, solo compone un tango más, Raspail (El caballo de oro) y la marcha Catorce de enero. En el año 1924 viaja a Paris para cubrir, como periodista, los Juegos Olímpicos. Allí se entera por Canaro, del éxito de la Cumparsita en Buenos Aires, y decide recurrir a un abogado uruguayo para llevar adelante acciones legales para des- hacer la venta a Breyer Hnos. y prohibir que se tocara La Cumparsita con letras o versos que no fueran los que el mismo había firmado como de su autoría. Entonces nace la nueva letra, cuyos versos comienzan así: “La cumparsa, de mi- seria sin fin desfila”… Esta letra fue llevada al disco por el cantor Roberto Díaz con la orquesta Los Provincianos, aunque no tiene mayor relevancia. Muerto Pascual Contursi, su viuda inicia ac- ciones legales por daños y perjuicios contra Ma- tos Rodríguez, por reconocimiento de coautores de la obra en cuestión. El larguísimo pleito se resolvió cuando también Matos Rodríguez había muerto, quedando zanjadas las cuestiones referi- das a los porcentajes por derechos, en 80% para Matos Rodríguez y 20% para Pascual Contursi. También se determinó que en futuras ediciones de La Cumparsita debían registrarse, sólo, las dos letras referidas, con exclusión a las de cualquier otro autor. Esta última previsión del laudo arbitral hace suponer que hay otras letras compuestas para este tango y efectivamente es así, existen al me- nos dos letras más y presumiblemente una terce- ra compuestas para ser adosadas a la música del Becho. La más antigua pertenece a Alejandro del Campo, fue publicada por “El Alma que Canta” en 1926 y se supone que es la primera letra escrita por encargo del autor, ante la tardanza de Víctor Soliño a quien le habría hecho el encargo origi- nalmente. También en “El Alma que Canta” en el año 1957 se hace referencia a la primera letra del tango La Cumparsita, escrita por el poeta y hombre de teatro Augusto Mario Delfino. Ni una ni otra letra tuvieron éxito ni fueron cantadas o llevadas al disco por intérprete algu- no. Ambas se refieren a una comparsa carnava- lera con versos evocativos de los días de la ju- ventud. En realidad todas las letras conocidas, Pag 7