“No, esta es mía”, dije y la acomodé para
la zurda.
Me pareció la sombra de un ombú, giré
la vista y aquello se me vino encima: “¡Era
el Mario!”.Sentí como un golpe y se hizo de
noche.
Para mí estaba caído, en el área,
grit锡Penal!”
-Qué penal ni penal, conmoción cerebral
y esto es la camilla del hospital
Un doctor joven y una enfermera gordita trataban de explicarme y hacerme
reaccionar mientras que de la puerta miraba Carballo que me había traído en la
camioneta.
Me contaron que el Mario se perdió entre el maizal; el partido no sé si terminó.
Yo sigo sentado en el carrito lechero
con la cabeza vendada y mascullando este
sueño de crack que no me abandona.
Paulino Pereira
Ilustración: Ruben Galusso
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