Le pegaron un tiro . Le dispararon en la cabeza y lo arrojaron al río . Por encima del pretil de piedra del puente voló a continuación su bicicleta , que se hundió antes que el cadáver de su padre , que flotó durante unos segundos sobre la superficie verde y ansiosa del agua . No quedó ninguna huella material de la fechoría . Los buitres , que volaban en círculo sobre la desembocadura del río chico en el río grande , ni se enteraron . Fue una acción ejecutada con una velocidad extrema , vista y no vista , como cuando una comadreja cruza la carretera delante de ti y a la persona que te acompaña , a pesar de tu rápido aviso , no le da tiempo a observarla .
Serafín y su hijo Quirce volvían contentos del pueblo de al lado , donde el padre había acudido a una reunión con afiliados de su sindicato . Una de esas ingobernables asambleas en las que todo el mundo quería tener razón y terminaban con malos humores , enfrentamientos y amenazas entre compañeros . La época era convulsa y los ánimos afloraban revueltos como las aguas del río tras una tormenta . Se desplazaban en bicicleta , Serafín dando costosas pedaladas y su hijo procurando permanecer inmóvil y guardando el equilibrio sobre la barra , sentado